Un atento lector de la calle Bravo Murillo aplaude de forma especial la iniciativa de la Feria del Libro en el parque de San Telmo. Y lo hace no desde la parte bibliográfica de presentaciones y compra de ejemplares. Lo hace por la parte lúdico gastronómica. El comercio y el bebercio han vuelto, por fin, al emblemático espacio capitalino. Aunque no solo de pan vive el hombre (y la mujer) reconforta el alimento material junto al cultura y espiritual.