La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

Sancocho panameño

Querido amigo, a la vista de los últimos acontecimientos parece claro que quién no tenga una cuenta en Panamá, es un don nadie.

Si por otra parte añadimos los casos de esta bendita corrupción nuestra de cada día, llegamos a la conclusión de que quien paga sus impuestos, no es porque sea honesto, es porque el pobre es gilipollas.

Lo malo es que hemos puesto este asunto en manos de un sistema judicial politizado o peor todavía, en manos de los propios políticos corruptos, que es como poner al zorro a cuidar las gallinas, pero con el inconveniente de que no hay gallinas para tanto zorro.

Sumando el dinero de corruptelas, desfalcos, estafas y todos los robos que van apareciendo a diario, España debe ser uno de los países más ricos del mundo para permitírselo.

Siempre se ha dicho que cuando se destapa un fraude solo se ve la punta del iceberg, esa pequeña parte que se cuela por descuido. Es lo mismo que pasa cuando se incauta un alijo de cocaína, que es una minucia comparada con el total de la droga que se distribuye de forma bien organizada. Las aprehensiones puntuales son en su mayoría una cuestión estratégica para aparentar que el mercado del narcotráfico está bien controlado por la policía.

Pero lo que ya me parece de traca es que el sindicato Manos Limpias se dedique a extorsionar a la gente y a las instituciones a cambio de retirar las querellas. Y es que no hay nada en este país que no se arregle con un sobre y un apretón de manos, Gregorio, solo que las manos limpian el bolsillo del contribuyente.

Si ya en otros tiempos dudábamos de la gestión política, ahora no nos queda ninguna duda de que una gran parte de nuestros impuestos acabará en manos de alguna pandilla de gestores y políticos sin escrúpulos como estos.

Al final una cosa lleva a la otra y el mal ejemplo cunde de arriba abajo hasta que consigue que todo el sistema se pudra. Extorsionadores y extorsionados son todos de la misma calaña, aquí no hay víctimas, son todos culpables.

Pero ya verás como todo esto se queda en nada: unos perdonarán a otros y seguirán con sus amnistías y demás exculpaciones en esta interminable confabulación de absolución cristiana.

Lo verdaderamente escandaloso es que se organicen empresas mafiosas para extorsionar a los mafiosos y, cuando los ladrones se especializan en robarle a los ladrones, la cosa ya no tiene remedio.

A propósito de ladrones, algunas señoronas británicas son famosas por su cleptomanía, esa adictiva enfermedad que hace que algunas personas no puedan resistirse a robar en las tiendas. Tanto es así, que uno de los grandes almacenes de Londres editó un libro titulado Método práctico para dominar la cleptomanía, pero al poco tiempo lo tuvieron que retirar porque, como eran unos libritos de bolsillo muy atractivos, la gente se los robaban...

Pero, volviendo a los paraísos, es que son tantos los chorizos implicados que ellos mismos se han encargado de montar un potaje para que nadie se aclare aunque, dada la ocasión, sería más apropiado montar un sancocho, el plato tradicional de Panamá que, por cierto, no tiene nada que ver con el sancocho canario. El panameño se hace con caldo de pollo, ñame y arroz pero, ya verás cómo estos pollos se las arreglan para añadirle chorizo, que es en lo que están más puestos...

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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