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Gente corriente

Cuando las cuentas se juran por Snoopy

Hasta aquí, España no ha dado ni una en sus previsiones con Bruselas. Las estimaciones del déficit, la deuda o la recaudación tributaria se han parecido con las cifras finales como un huevo a una castaña.

Para este gobierno las culpas siempre han sido a pachas entre las endiabladas autonomías, a las que pusieron rabo y cuernos, y el chachachá, un baile muy recurrido para darse la vuelta cuando nadie te ve.

Ahora, en los minutos de la basura de una legislatura que termina sin haberse iniciado y con un gobierno en funciones que lleva meses bufando para que lo releven, vuelven las previsiones. Las que exige la Comisión Europea que manda, y mucho, a comprometerse con los números de los años futuros.

Toca sacar el traje de mago, las velas negras, el juego de dados trucado o las cartas de póquer marcadas, métodos muy trabajados en esta España de Pinocho.

Todo vale para poner cara de no haber roto un plato y jurar por Snoopy que, ahora sí, vamos a cumplir con las cuentas. Un juramento a ratificar sobre el libro gordo de Petete que, como todos sabemos, tiene mucha validez y credibilidad.

Con ese empaque, el nuevo compromiso pretendía llevarnos a 2019 a lo siguiente: descenso del déficit del 5% actual al 1,6% (cargando otra vez el peso en las comunidades autónomas); un crecimiento medio anual del 2,5% (a pesar de los nubarrones internacionales); y cerca de 2 millones de empleos nuevos que hará bajar la tasa de paro del 21% al 13% (con permiso de la reforma laboral).

Oye, es que no hay nada más útil que un papel. Cuando no limpiamos cristales, nos sirve para escribir el programa de estabilidad de todo un país, presentarlo en rueda de prensa y mandarlo a Bruselas. Sobre todo cuando el remitente es un gobierno que se manda a mudar con el antecedente de haber incumplido todo.

Pero ni así se la pegan a una Comisión Europea que ya nos ha cogido la medida y acaba de decir que las fantasías son girando la calle a la izquierda, donde pone Eurodisney.

Pero, claro, la percha queda. Decir que en los próximos años dejaremos casi a la mitad el sangrante paro de hoy no puede ser mejor arranque electoral. ¿Alguien da más? Por supuesto que sí.

En este martillo pilón que nos golpeará hasta el 26-J aparecerán, renovados, más juramentos por Snoopy. En nombre del gasto social; de las políticas de empleo; de la inversión; o de la promoción de empresas y autónomos. Ya verán cómo compiten en esta segunda oportunidad electoral sin saber todavía qué maldad hemos hecho, en esta vida o en la otra, para recibir un castigo así.

Y volveremos, otra vez, a la cuenta de la vieja, ese arte que explica lo que gastamos pero no de dónde lo sacamos. Fórmula que responde a aquella tan antigua y tan clarita de que tres por culo son veintiuno.

O a los silencios en asuntos tan vitales como una Seguridad Social insostenible, en déficit crónico, que solo en 2016 tendrá un agujero de 11.000 millones. Con una hucha que en tres años estará fundida sin que nadie nos diga que nos asaltarán con más impuestos o no cobraremos pensiones.

Una falta patológica de realismo -o engaño puro y duro- de aquellos que, desde el mundo de Yupi, nos hacen un cóctel y agitan las cifras para que no se note que juran por Snoopy.

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