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Perspectiva

Un duelo entre tiburones

Un tratado de libre comercio entre dos potencias que copan cerca del 60% del PIB mundial son palabras mayores. Hasta ahora, el llamado en inglés TTIP se ha vendido a la opinión pública como ese dechado de virtudes que generará miles de empleos y crecimiento económico añadido en Estados Unidos y la Unión Europea. Ese paisaje bucólico acaba de encenagarse después de que Greenpeace haya desvelado un documento que pone de relieve el trasfondo de intereses cruzados y particulares que subyace en la negociación, con los grandes lobbys empresariales estadounidenses a la cabeza, que son asiduamente consultados sobre asuntos delicados como la agricultura o la industria química.

Nada nuevo, en realidad. Es lo que cabe esperar cuando negocian dos tiburones con hileras de dientes afilados como cuchillos que tratan de pegar al contrario un bocado mayor del que reciban. De lo que se ha conocido da la impresión de que la lucha de fondo va sobre una concepción divergente del capitalismo, que se expresa, sobre todo, en la pretensión estadounidense de romper las barreras regulatorias y de mayor defensa de los consumidores que caracterizan a Europa.

Sorprende que Washington quiera acceso directo a la toma de decisiones en Europa sobre los aspectos regulatorios, es decir, que expertos estadounidense participen en los debates europeos sobre estas materias sin que vaya a haber expertos europeos en los debates que se produzcan en Estados Unidos. La UE tiene reglas más estrictas en el sector químico, los pesticidas, los cosméticos o todo lo relativo a los organismos genéticamente modificados que en EE UU se ven como barreras al comercio. Por tanto, susceptibles de ser suprimidas. Ahora bien, el documento filtrado también revela una rebaja en la protección medioambiental por parte de ambas potencias, ya que, entre otras cuestiones, no tiene en cuenta el reciente Acuerdo de París para reducir las emisiones de CO2. Lo dicho, dos tiburones.

El caso de España, con la repetición de las elecciones por falta de acuerdo político, no es precisamente el mejor ejemplo, pero está por ver que las filtraciones, las posturas inflexibles, los intereses más oscuros y las declaraciones altisonantes en contra del TTIP que se han escuchado estos días vayan a suponer la muerte del tratado, porque todas y cada una de esas variables forman parte del guion de una negociación donde hay tanto en juego. Si se acaba firmando, a lo que habrá que estar muy pendientes es a la letra pequeña. A ver qué nos encontramos al final.

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