Yque cumplas muchos más. Para quienes como yo no creen seriamente en pronósticos y corazonadas en lo de llegar al final de las cosas sin estropicios, fallos o desengaños, tenemos motivos para cantar hoy el feliz, feliz en tu día y que sean muchos más a la UD Las Palmas.

Y eso es precisamente lo que estoy haciendo con mis numerosos amigos en el Estadio de Gran Canaria. No porque sea fecha señalada por santo alguno, sino porque se acerca el fin de un ciclo liguero. Porque la póliza del seguro de la permanencia está pagada. Porque se baja el telón estando en Primera con el Athletic como visitante. Porque para ello uno de los méritos necesarios estuvo en el punto por empate (2-2) conseguido en el nuevo San Mamés, en cuyo santuario y como amistoso e imborrable recuerdo ya se dejó una huella que tanto reforzó nuestro deseo de vivir. Porque con esta nueva aparición de un ilustre del fútbol español se nos han revuelto las tripas, en el buen sentido de la palabra, aflorando al recuerdo de hace 56 años con su primera visita (1-1) única que además pudo hacer el mítico Zarra, acompañado aquel día de los inolvidables internacionales Venancio y Panizo junto a servidor y un directivo vasco en el histórico Parque de San Telmo.

"¡Estamos en Primera!", se gritó hasta enroquecer aún no hace un año. "¡Y que sean muchos más!". Eso es lo que toca ensalzar ahora por cuanto supone. Porque si bien no hemos hecho ni cosquillas al derecho de jugar en una de esas competiciones internacionales de las que tanto se muñe, tampoco hemos tenido a tanto sapo croando en nuestras cercanías antes de que cambiaran como cambiaron las amenazas.

Ahora mismo y pase lo que pase con los vascos el trabajo está hecho. Pero tan valioso como los puntos y la permanencia esperan actitudes y combates de un futuro que puede empezar cada día, como el de hoy cuando se despide la liga de casa con orgullo, cuando se dora la figura de un pequeño -Roque- para que guíe con el ejemplo a la infancia que preside entre la que tanta influencia tienen los lideratos de cantera. Y cuando a la vez, hoy mismo, se abraza y despide a un nuevo símbolo de nombradía, no solo en la España futbolística sino también en la internacional, con el tilde de cosecha canaria como es Juan Carlos Valerón, seguidor de otros imborrables muertos y vivos cuyos nombres vienen a recuerdo y boca desde antes de que la UD metiera la punta de su bota en Primera.

Y en eso de los recuerdos y estando aquí los leones nos llegan dos viejos y simpáticos sucesos, en los que directa o indirectamente participa el Athletic. Uno es como pena por gajes del oficio, y otro por ser arranque de lo más alto que lució el equipo amarillo en sus 66 años de historia.

Breve: en mayo, como ahora pero en 1968, la UD elimina al Langreo en la Copa con un global de 12-2. Seguidamente el Athletic, avisado de cómo va el asunto, la emprende con los amarillos por 6-0 y a continuación la intemerata en el Insular con alto ritmo en el toma y daca, tensión en las gradas y revolución en la cancha, que a última hora intervino hasta un espectador lanzándose hacia el árbitro pidiendo explicaciones. Se acabó con el insuficiente 2-0 (6-2 global) y la clausura del campo por una jornada.

Pero algo más nos sopló la memoria cuando leíamos ayer en estas páginas la glosa a Juan Pérez, pionero restaurador turístico en Las Canteras, gran amigo, hombre de genio y seguidor leal del club amarillo. Él fue el aficionado de la protesta y clausura de campo. Por esa razón la temporada siguiente la empezó Las Palmas en Tenerife contra el Atlético de Madrid. Y... ¡oh, fortuna!, los amarillos acabaron aquella liga como subcampeones. Ahora, con jugadores de cantera: ¡Feliz, feliz en tu día, y que salgan muchos más!