La catedral de Santa Ana acogió ayer la celebración de la Eucaristía en la que tuvo lugar la tradicional devoción de la lluvia de pétalos sobre el Santísimo Sacramento, una tradición que este año cumple 366 años. Un año más, ayer se revivió en la catedral de Canarias el asccendens Christus in altum dedit dona hominibus (subiendo Cristo a lo alto envió bienes a los hombres) que el obispo Codina expresó en la tradicional lluvia de flores que se vive los días de la Ascensión en la basílica de Santa Ana, singular ceremonia cuyos orígenes se remontan al siglo XVII. Esta ceremonia tiene lugar el día de la Ascensión, y se puede contemplar cómo desciende una bellísima lluvia de pétalos de flores desde la cúpula y cimborrio del templo catedralicio derramándose sobre Jesús Eucaristía custodiado en el bello ostentorio, singular y valiosísima obra original del orfebre cordobés Damián Castro, del siglo XVIII, al tiempo que un grupo de niños y niñas ronda el altar y devuelve pétalos que vuelcan sobre el Santísimo Sacramento, en señal de gratitud.