Suceder a Messiaen en París como organista de La Trinidad es algo más que cualesquiera títulos y premios. Es heredar una leyenda. El artista francolibanés Naji Hakim, actual titular de ese gran legado, se presentó en el Auditorio Alfredo Kraus con un programa de composiciones propias y, como referencias de contraste, sendas piezas de Bach y Franck. En la ejecución es dueño de una técnica virtuosa, en la registración se hace monótono y en la creación de obra nueva resulta superficial. Con un volumen apoyado en los mecanismos de duplicación del instrumento y casi siempre excesivo, su brillantez es efectista y abrumadora por momentos. Con un Sindbad, islámico, descriptivo y peliculero, dio la primera noticia de una imaginación tan fértil en el ataque de los ritmos como directamente aplicada al lucimiento.

La más famosa de las Pasacalles de Bach, la BMV 582 en do menor, hizo sonar espléndidamente las muchas repeticiones del tema, desde los pies más profundos del órgano hasta las alturas radiantes, con agilidad en todo el tejido de glosas y algún lío pasajero en la digitación. La fuga que la acompaña fue espectacular por la resolución y planificación de la polifonía. Era otro mundo, otra esfera, otra perspectiva.

Seguida por su suite de siete piezas de carácter, El bien amado, las diferencias se hicieron notorias sin menoscabo del color en la diversidad de registros y los ecos de un orientalismo diluido muy del gusto del público. Cada uno de los fragmentos lleva un título amatorio y todos se manifiestan en ese plano con imaginación y evidente plasticidad. El Carnaval vertiginosamente construido sobre una plantilla rítmica dominante, difícil e impecablemente pulsado, dio fin a la presencia del propio catálogo después de rarificar sofisticadamente un Coral en la menor de César Franck que no sonó a Franck.

Como improvisador a petición del público, remató la velada con la canción parisina La vie en rose, alternada con un conocido tema de danza popular. Todo el recital hubiera sonado mejor con las alternativas dinámicas que, además de potenciar la expresión, evitan la fatiga de una sonoridad saturada. Pese a todo, fue cálidamente ovacionado.