La Provincia - Diario de Las Palmas

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Hipólito Alonso, claretiano y educador

"? y tú, rompiendo el puro

aire, te vas al inmortal seguro"

(Fray Luis de León)

El 7 de mayo es una fecha para recordar. Para los alumnos del Padre Hipólito, un día que se quedará grabado en sus almas. El Dios de la Vida se lo llevó en un tiempo tan festivo, como es la Víspera de la Ascensión del Señor. Y sábado, día mariano por excelencia. Todo nos habla de mirar al cielo. "Ay, nube envidiosa?"

En el Colegio Corazón de María - Claret vivió, durante 44 años, muchas experiencias, muchas ilusiones, mucha dedicación a los alumnos. ¿Cómo educaba? Con sencillez, con emoción, reciclándose constantemente, calladamente. Todo esto lo vivía muy dentro. "Los alumnos - me decía - hacen que uno no esté parado". La enseñanza, para él, era su verdadera pasión, su verdadera vocación. Educaba desde la amistad, sin detenerse nunca. Con una "aparente" frialdad, pero con un corazón a punto siempre, muy caliente. Por eso, por donde pasó, dejó un surco, largo e intenso. Marca que no se puede borrar tan fácilmente. Antonio Machado - un referente para él - escribió: "Se hace camino al andar". Pero pronto corregíamos - él y yo -: "Se hace camino al amar". Las huellas del que anda se pueden borrar; las huellas del que ama, no se borrarán nunca. Por esto se le recuerda con cariño, irremediablemente.

Ayer, me decía uno de sus alumnos: "Como profesor era entregado, siempre animaba, vivía lo que explicaba". Rezumaba amor a su vocación - profesión. Vivía la Literatura y se la transmitía a sus alumnos. Los veranos los dedicaba a prepararse con cursillos, con estudios especiales. Había autores que no se le caían de las manos: Garcilaso, Fray Luis de León, Lope, Cervantes, Rubén Darío, Galdós, Juan Ramón, Antonio Machado? Y muchos más. Disfrutaba recitando de memoria textos clásicos. Enseñaba sin darse importancia. Enseñaba, era lo suyo.

No podemos olvidar su faceta principal: era claretiano, sin remedio. El "carisma" claretiano lo sentía muy profundamente. Enseñaba desde la sencillez y cercanía, con el ejemplo. Desde la sencillez atraía, desde la oración se llenaba espiritualmente, desde la palabra y la vida anunciaba la Buena Noticia. Hipólito Alonso era una "hormiguita" que siempre estaba soñando, siempre estaba buscando cómo sentir la presencia de Dios en todo lo que él enseñaba y realizaba. No tenía grandes discursos, sí tenía grandes experiencias y sensibilidades. Y la experiencia vale más que las palabras. Para él la palabra estaba al servicio de las experiencias, el silencio estaba al servicio de las vivencias humanas y espirituales. Son muchos años de entrega a los alumnos. Por eso se le quiere y se le recuerda. Lo queremos y lo recordamos. "Los muertos, recordándolos/ya no vuelven a morir". (Luis Rosales).

Hipólito Alonso - claretiano por vocación y educador - era un creyente convencido, serio, con resonancias muy dentro del alma, al servicio de tantos niños canarios en el Colegio Corazón de Maria - Claret. Además de la ciencia, poseía un carisma de misionero claretiano que no le cabía en el alma. Su lema era siempre "servir". Al final de sus días estaba al servicio de la Comunidad claretiana de Sevilla. Y allí colaboraba, allí atendía a los hermanos. Como siempre. "La muerte no es nada. Solamente he pasado al otro lado. Soy yo y eres tú. Lo que éramos el uno pa-ra el otro, lo somos todavía. Háblame como siempre lo has hecho? Reza conmigo. No estoy lejos. Justo al otro lado del camino". (San Agustín).

En la Eucaristía del jueves - 12 de mayo, a las 8 de la noche, en la Parroquia Corazón de María -, lo tendremos presente y rezaremos juntos por él. Hipólito, sigues con nosotros.

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