La Provincia - Diario de Las Palmas

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Con otra cara

Pareja imposible

Estaba cantado que esta pareja no podía durar. Si ya es difícil seguir juntos cuando ambos tienen inquietudes y aficiones parecidas, lo suyo era tan imposible como lo de las anchoas c0n nocilla por mucho que te lo metan en la carta de bocadillos. Pues sí, según ha publicado 'La Vanguardia', la socialista Meritxell Batet y el popular José María Lasalle se han separado tras 11 años de matrimonio y dos hijas en común. Mucho han durado. No tengo ni idea de los motivos de sus desencuentros ni si tienen relación con su filiación política, pero es tentador imaginar lo que tenía que ser una cena en esa casa en campaña electoral. Meritxell, cabeza de lista del PSC y persona de confianza de Pedro Sánchez, sentadita en el sofá de la mano de José María, secretario de Estado de Cultura con Mariano Rajoy, viendo al jefe de una llamar presidente indigno al jefe del otro. Hay que tener mucha retranca y complicidad para no acabar esa noche en camas separadas. O mucho amor. Por lo visto, Lasalle se quedó prendado de su hasta ahora esposa allá por 2005 viéndola en la tribuna del Congreso.?Luego le llenó de flores el despacho y sus requiebros debieron dar resultado porque se casaron a los 7 meses ante la expectación general dadas sus diferencias ideológicas y encima en Cataluña, donde esas diferencias parecen aún mayores. Empezaron bien, eso sí, al no invitar a la boda a ningún gerifalte de sus respectivos partidos dando muestras de que intuían ya entonces dónde se metían, y han seguido adelante en primera fila y sin pasarse al otro bando, lo que ya es de nota.

Una pena que lo suyo haya acabado porque, de seguir juntos, podrían haberse dedicado cuando se les acabara lo de la política a ejercer de consejeros matrimoniales y forrarse. Yo hubiera ido. Si han sido capaces de vivir así una década, me haría mirar las broncas que tengo con mi pareja cada vez que juega el Barça porque, como madridista que es, quiere que los catalanes palmen hasta con el Spartak de Nalchik, aunque a mí me dé un mal, que ya hay que ser mal bicho.

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