Una eterna sonrisa dibuja el rostro de un hombre noble. Uno entre un millón que, "gracias a Dios", como él reconoce, tuvo la suerte de convertirse en leyenda del fútbol. Valerón es de los pocos jugadores que pueden presumir de haber sentido el cariño y la ovación del público donde quiera que jugara. Aplausos que premian la trayectoria del que ya es capitán de honor de la UD. Este preciado y más que merecido galardón, en contra de la infinita humildad del Flaco, sabe a poco. El primero de los jugones del cambio de siglo derrochó generosidad en el terreno de juego y fuera de él. Si tenía oportunidad de marcar y a su lado había un compañero no lo dudaba y cedía el balón esquivando protagonismo.
En su código futbolístico no existía concesión alguna al ego. Todos sus esfuerzos iban dirigidos a mejorar el juego colectivo por encima de individualidades estériles. La magia balompédica de Valerón y, sobre todo, los principios y valores humanos que atesora, alargan aún más la figura del mejor abanderado del deporte canario. Prueba de su inmensa clase es que en su despedida propuso que su número - el 21- lo lleve a partir del próximo curso Jonathan Viera. Sin embargo, el justo reconocimiento a un tipo único pasaría por retirar ese 21 sine die. Lo que ha supuesto para la historia del fútbol estos dígitos pesaría en demasía sobre la espalda de cualquiera que se atreva a vestirlo de nuevo. En el caso de Viera le quedaría muy grande.
La directiva debe hacer más grande el nombre del club y tiene que retener de por vida un número que hasta el final de su carrera deportiva ha sido elegante. Como si de un pase preciso sobre la medular se tratara, el bueno de Juan Carlos tiende el testigo al siguiente. Un relevo que no solo es cuestión de defender la camiseta, sino de comportamiento ejemplar. Algo de lo que, sobre todo a principio de curso, varios componentes de la plantilla fallaron de forma estrepitosa. Roja directa para actitudes impropias de profesionales que tienen la inmensa fortuna de vivir del fútbol y que deben procesar el máximo respeto a su trabajo y a la afición.
