La Provincia - Diario de Las Palmas

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Rebelión en La Palma

Es de una evidencia palmaria que los festivales de cine, como casi todas las manifestaciones culturales que requieren de una inversión presupuestaria importante, han sufrido en mayor o menor medida los embates de la fatídica crisis económica del 2008 y del consiguiente repliegue de la clase política en cuanto a la prioridad de sus gastos públicos. La precariedad financiera a la que ha estado sometido El Festivalito de La Palma prácticamente desde su nacimiento constituye, en este sentido, uno de los más preclaros y lacerantes ejemplos, a pesar de lo cual, y contra toda adversidad, ha seguido sobreviviendo hasta consolidarse como una alternativa paliativa contra los efectos disgregadores que genera actualmente el masificado panorama festivalero nacional y, sobre todo, como punto de referencia de una manera muy heterodoxa de entender el fenómeno cinematográfico en pleno siglo XXI, muy lejos de los oxidados parámetros con los que éste ha sido evaluado hasta ahora desde posiciones intelectuales poco proclives a la innovación.

Pues bien, desde ayer tarde y hasta el próximo día 21, celebra en la localidad palmera de Los Llanos de Aridane y en la capital de la Isla, su undécima edición con un presupuesto cifrado en 85 mil euros -65 mil menos que en la primera- aunque con los entusiasmos más encendidos que nunca, a tenor de las declaraciones de su director, el cineasta José Victor Fuentes, quien asegura que "somos un festival de pequeñas dimensiones pero que intenta hacer cosas grandes. La imaginación es nuestro principal activo" Se trata, en cualquier caso, de una de las citas cinematográficas más heterodoxas, combativas e inconformistas de las muchas que pueblan actualmente la geografía española donde, durante siete frenéticas jornadas, cohabitarán decenas de cineastas convocados por el certamen para participar en su ya tradicional concurso La Palma rueda, así como en un maratoniano programa de proyecciones cuya nota predominante, como no podría ser de otra manera tratándose de un certamen de esta naturaleza, es su firme oposición al cine en su acepción más canónica, rutinaria y convencional.

Recordemos que El Festivalito, cuyo espíritu iconoclasta ha marcado nítidamente el perfil de todas sus ediciones anteriores, reanudó su actividad el pasado año tras su suspensión, por motivos presupuestarios, entre 2010 y 2014, un periodo más que suficiente para poner a prueba la fortaleza natural sobre la que descansa un evento anual plenamente integrado en el contexto cultural de nuestra comunidad desde 2002, año de su fundación, pese a las inevitables reticencias que provocó su nacimiento entre los sectores más refractarios a los cambios que impone siempre una actividad alejada de cualquier norma estereotipada, como es el caso. Su propósito, insistentemente proclamado por sus organizadores, de convertirse en una celebración del cine libre sigue, al parecer, absolutamente intacto, así como su afán por acoger en su seno la presencia de algunos de los grandes nombres propios del cine más extremo como ejemplos vivos de independencia expresiva frente a la inflexibilidad del cine dominante.

De ahí que, entre las personalidades internacionales invitadas este año figure, entre otros, el veterano realizador, actor, guionista y productor neoyorquino Lloyd Kaufman autor de algunas de las horror movies más bizarras y radicales de la historia del género cuya compañía, la legendaria e incombustible Troma Enterteinment, lleva más de cuatro décadas instalada en el imaginario de millares de espectadores como la expresión más explosiva de un género, ampliamente legitimado gracias a la adhesión inquebrantable que le profesan legiones de seguidores en todo el mundo y despertando la atención de los grandes certámenes especializados, como los de Avoriaz, Fantasporto, Sitges o Bruselas, donde sus películas han encontrado siempre su espacio natural.

Según ha avanzado la organización del festival, el propio Kaufman, que ya se encuentra en la Isla Bonita, podría incorporarse a los diversos planes de rodaje que se desarrollará a lo largo de los próximos siete días, aportando su dilatada experiencia como creador de universos cinematográficos que han creado escuela entre los cultivadores del género. Autor de filmes icónicos como El vengador tóxico (The Toxic Avenger, 1992), Troma´s War (1988) o Tromeo y Julieta (Tromeo and Juliet, 1997), su protagonismo en el Festival lo compartirá con el veterano cineasta palmero Roberto Rodríguez, recientemente fallecido, sobre cuyo peculiar perfil biográfico y artístico abunda en su excelente y muy oportuno artículo El poder transformador del tiempo: redescubriendo a Roberto Rodríguez el crítico y cineasta Josep Vilageliu en su blog en pos de la ballena blanca, tras el homenaje que el mes pasado le tributó a Rodríguez la Filmoteca Canaria, en colaboración con el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y Digital 104.

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