Uno de los espectáculos más alucinantes que uno pueda contemplar se encuentra en la costa africana, justo enfrente de Fuerteventura. A un par de kilómetros al sur de la localidad de Tarfaya, en Marruecos, se encuentra el ferri Assalama, de la compañía Armas. Y digo "se encuentra" porque está encallado en los bajíos cercanos a una playa de acantilados de escasa altura erosionados por la fuerza de las olas. Aunque siempre se ha hablado del naufragio de este barco, y con toda probabilidad el término sea técnicamente correcto, lo cierto es que el ferri no se fue a pique. Sigue ahí, a la vista de todos, a tiro de piedra. Lo curioso del caso es que ofrece un aspecto desolador, casi escalofriante. El casco aparece oxidado y herrumbroso, exponente del abandono a las fuerzas del mar a que se ha visto sometido, y encoge el corazón del espectador más curtido. Con toda seguridad sería un escenario ideal para una película apocalíptica de esas en que tras una guerra nuclear, los habitantes de la Tierra tienen que reinventarlo todo, luchando despiadadamente entre ellos y contra los elementos.

El 30 de abril de 2008, el ferri Assalama partía del puerto marroquí con destino a Fuerteventura, cuando una racha de viento hizo que rozara contra una escollera y sufriera una vía de agua. El capitán del buque decidió encallar el buque en los bajos de la costa y que el pasaje lo desalojara sin excesivo riesgo. Esta versión es la aceptada por el Tribunal Supremo, ya que fue necesario llegar a tan alto tribunal para llegar a esa conclusión.

No me interesa tanto el porqué del naufragio, sino su fecha. Desde abril de 2008 las comunicaciones marítimas entre Canarias y el punto más cercano de la costa africana están interrumpidas. Desde esa fecha ningún ciudadano canario puede ir en coche, o como pasajero de a pie, al vecino continente. Existen líneas de carga que comunican el archipiélago con los puertos de Casablanca y Agadir (ya no se dirigen, desde hace tiempo, a los de Dajla o El Aaiún), pero no de pasaje.

Ello implica que cualquier mercancía que se quiera enviar desde Canarias hacia Marruecos deba ser paletizada y colocada en contenedores. O lo que es lo mismo, que para que sea rentable el coste del transporte del envío deba hacerse en cantidades muy grandes. Y además, se suman los gastos de descarga en el puerto de atraque y luego de transporte por tierra hasta el destino final. Estos costes se obviaban en gran medida con la operatividad del ferri a Tarfaya. Las mercancías se podían llevar en camiones y luego ese mismo medio de transporte las conducía al destino final. Nada más que por eso, siempre que se quiera fomentar el comercio y los intercambios de todo tipo con el vecino continente, algo que lo que hablan nuestros políticos aunque los hechos no siempre lo refrenden, es necesario el ferri de Tarfaya. Supondría la posibilidad de reactivar un mercado muy cercano al que no es posible acceder en la actualidad, 2016, porque el sobrecoste del transporte vía Agadir hace que los precios de nuestros productos canarios no sean competitivos. Nos ganan de largo desde Algeciras, aunque esté más lejos.

El ferri de Tarfaya debe dejar de ser una leyenda eterna, porque siempre se habla de que se va a abrir la línea de nuevo, pero siempre se pospone seis meses más. Y así una y otra vez desde hace más de siete años. Una especie de barco fantasma, y no me refiero al naufragado, sino al que nuevo que deba reanudar la línea. Fantasma porque nadie lo ve aunque todo el mundo hable de él. Y dentro de la rumorología en torno al barco, lo último que se comenta es que la línea será desde Puerto del Rosario a Tarfaya. ¿Y van a quedar excluidos los puertos principales de Canarias del trayecto, por donde entra y sale toda, pero toda, la mercancía de las islas?

Quiero hacer una petición, que creo es lógica. Ese ferri debe zarpar desde Las Palmas o, si me apuran, desde Tenerife. Luego, si se quiere, que haga parada en Fuerteventura antes de llegar a Tarfaya. Porque si de lo que se trata es que los canarios nos evitemos el sobrecoste de enviar mercancías por Agadir, no me encarezcan el transporte con el sobrecoste del doble flete de Tenerife o Gran Canaria a Fuerteventura y luego desde allí a Marruecos. Tengan cabeza, señores políticos. Un poquito de por favor.

(*) Director jurídico de la consultora BMG África. gambin@bmgafrica.com