Según un estudio publicado recientemente en la revista científica British Medical Journal, médicos investigadores de la Universidad norteamericana John Hopkins en Baltimore han estimado que los errores médicos son la tercera causa de muerte en EE UU En este contexto, el término "error médico" se define como un acto no intencionado (bien por omisión o por acción) que no consigue el objetivo esperado, o como el fracaso de una acción planeada (error de ejecución), o como un plan erróneo para alcanzar el propósito planteado (error de planificación), o como una desviación del proceso de cuidados que puede o no puede producir un daño al paciente. La inmensa mayoría de los errores no están causados por médicos malos sino por fallos en el sistema de salud. En el estudio norteamericano se han analizado solo los eventos letales prevenibles.

Se da la circunstancia de que los certificados de defunción carecen de información sobre estos errores, a pesar de que son los documentos que utilizan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE UU para elaborar el ranking de las causas de muerte y fijar las prioridades de salud. Los certificados de defunción se basan en códigos de la Clasificación Internacional de las Enfermedades por lo que los errores humanos y del sistema no se registran en esos documentos. Esto justificaría por sí mismo que los errores en medicina deban considerarse una prioridad en la investigación sanitaria porque no ocurren solamente en EE UU. Según la Organización Mundial de la Salud, 117 países codifican sus estadísticas de mortalidad usando el mismo sistema de Clasificación de Enfermedades como indicador del estado de salud de la población. Para conocer la dimensión de los errores habría que cambiar la forma en que se recoge la información clínica relacionada con la causa de muerte para poder implementar estrategias que consigan reducir estos errores.

Los autores de este estudio sobre causas de muerte en EE UU sugieren algunos cambios que den más visibilidad a los errores para que sus efectos puedan conocerse mejor. Con frecuencia hay charlas y discusiones sobre prevención de errores en medicina, pero lo normal es que tengan lugar en foros muy limitados y confidenciales como son las sesiones de mortalidad organizadas por los diferentes departamentos y Comisiones de Calidad de los hospitales. Otro de los cambios propuestos es modificar el modelo de certificado de defunción para que incluya no solo la causa de muerte sino una nueva sección en la que se pregunte sobre la existencia de una probable complicación prevenible que contribuyera a la muerte del paciente. Estos investigadores estadounidenses sugieren también que los hospitales deben realizar una investigación rápida y eficiente cada vez que se produce una muerte hospitalaria para saber si existió algún error que tuviera un papel probable o determinante en la muerte, aunque en la mayoría de los casos este análisis lleve implícito la protección de la confidencialidad.

Según los autores de este estudio, el problema de los errores en medicina es mayor de lo que pensaban porque en esa estimación solo se incluyeron pacientes hospitalizados, excluyéndose a los pacientes tratados en consultas médicas y en centros de salud. Esto hace pensar que la mayoría de la gente subestima el riesgo de error cuando solicitan cuidados médicos. Pudiera ser que en determinados ámbitos, los errores sean incluso la primera o segunda causa de muerte, por encima de las enfermedades cardiovasculares y los cánceres de todo tipo, aunque en muchos casos estas enfermedades sean el paraguas al que se atribuye la causa de muerte. Para ilustrar cómo un error puede contribuir a la muerte, los autores de este estudio citan un caso real. Se trata de una mujer joven que se recuperó bien después de una operación quirúrgica con éxito por un trasplante. La mujer fue readmitida en el hospital por molestias inespecíficas que fueron evaluadas con numerosas pruebas diagnósticas, muchas de las cuales eran innecesarias, incluyendo una pericardiocentesis (un procedimiento en el que se utiliza una aguja para extraer líquido del saco pericárdico, el tejido que rodea el corazón). La mujer fue dada de alta pero regresó al hospital a los pocos días con una hemorragia abdominal y en parada cardiorrespiratoria. La autopsia reveló que la aguja introducida durante la periocardiocentesis rozó el hígado causándole un pseudoaneurisma que acabó rompiéndose causando la muerte. En el certificado de defunción aparecía enfermedad cardiovascular como causa de muerte.

La otra cara del problema es que, según varias organizaciones de pacientes de EE UU, los hospitales y los profesionales sanitarios no cuentan con suficientes incentivos para evitar errores. El error humano es inevitable pero podríamos medir este problema si diseñamos sistemas más seguros para mitigar su frecuencia, su visibilidad y sus consecuencias. Independientemente de la interpretación que se quiera dar al estudio de estos investigadores de la Universidad John Hopkins, el hecho claro es que la prevalencia de errores en medicina (al menos en EE UU) es más alta de lo que creen los profesionales sanitarios y la población en general. Buen día y hasta luego.