La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entre líneas

La salud es un proceso

La verdad es que la vida resulta bastante complicada en este misterioso planeta Tierra. Cuando no es una cosa, es otra la que nos produce sobresaltos. Sobre todo, en los últimos tiempos. La situación económica actual, los desafortunados gobiernos -cada uno peor que el anterior-, los casos de corrupción, que se multiplican día a día... Pero, también, los propios malos hábitos. Y eso tan sólo depende de nosotros. La alimentación desequilibrada, el sedentarismo, el tabaco, el alcohol van a ser muy negativos para nuestra salud. Por una parte, empeoran determinadas patologías y, por la otra, van a constituir uno de los principales motivos que las producen. Por eso, mejorar lo que comemos es una manera de cuidarnos. Los excesos y la falta de atención con los alimentos nos suelen salir caros. Alimentarse de productos frescos, priorizar los de origen vegetal, tomar conciencia y disfrutar del momento de comer son sugerencias que nos aportan salud. Pero no sólo es importante todo lo relacionado con la alimentación. El sedentarismo tampoco nos beneficia. Hay que levantarse más de la silla. Nuestro cuerpo está hecho para moverse y desplazarse. Somos delicados mecanismos calibrados para correr y caminar, jugar y hacer deporte. Sin movimiento, nos deterioramos y los huesos y articulaciones terminan molestando. Desde la Revolución industrial, el sedentarismo ha ocupado un lugar predominante en la mayoría de las actividades laborales. En la actualidad, la sociedad de consumo en que nos desenvolvemos ha introducido unos hábitos que no tienen nada de saludables para ningunos de nosotros, ya que prácticamente nos privan del ejercicio físico que, por otra parte, produce un mayor control de la presión arterial y del peso, y una proteína HDL, que es la que transporta el colesterol bueno. O sea que cuidar la alimentación, evitar el sedentarismo, cuidado con el tabaco, el alcohol y las drogas son importantes medidas. Pero no suficientes. Necesitamos que la alegría impregne nuestras vidas porque, con ella, las penas y preocupaciones son más livianas. Hacer las cosas con ingenio y realizar nuevas combinaciones para no repetir patrones conocidos. Prestar atención al momento presente para no quedarnos pegados a los recuerdos del pasado y ser absorbido por la incertidumbre del futuro. Además, nos ayuda a sentir con más intensidad lo que la vida nos presenta, y a caminar con más serenidad cuando nos aprieta la tormenta. Y es que, señoras y señores, la salud no es un estado. Es un proceso. Y muy dinámico.

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