La Provincia - Diario de Las Palmas

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Reflexión

La intimidad en la pintura

En la milla de los museos, otra tarde fuimos a visitar la obra de Pierre Bonnard (1867-1947). Confieso, que fui empujado por los acompañantes. Pintor desconocido para mí. Los amigos ofrecen buenos consejos. Después de visitar Kandisky y Mund, era todo un esfuerzo. Misterio y curiosidad y la compañía amiga me empujo hasta allí. Y así descubrí a Bonnard, casi a trompicones.

Al parecer, según leí, en medio del rugido del cubismo y el surrealismo y entusiasmado por la obra de Paul Gauguin, Bonnard, se me presento antes mis ojos con sus pinturas y, dibujos, realizadas en la esquina del cambio de siglo. Observo como aspiro a unir e incorporar el arte en la vida. En rescatar los micro mundos de su alrededor, innovando. Nos presenta -una intimidad domestica- un mundo hacia dentro y un mundo -de paisajes naturales y urbanos- hacia fuera. Inicialmente retrata, la vida burguesa parisina y su bullicioso vivir, luego, busco con inquietud la calma en el paisaje, con su uso exploratorio del color, pero siempre sus grandes decorados. Esta vida íntima capaz de representarla en paz y el sosiego, de forma sutil entreabre sentimientos universales, que muchas veces, vivimos en la más absoluta intimidad: la falta de comunicación con los seres queridos, el ensimismamiento en nosotros mismos, o la invasión de la repentina melancolía. Lo contrario a la comunicación con Facebook, que todo el mundo se muestra con alegría sin cabida. Y es que, como él mismo decía, "nada muere más rápidamente que una idea en una mente cerrada". No pintaba del natural. Siempre, nos cuentan, con su cámara fotográfica. Tomaba apuntes y de sus dibujos y fotografías se dejaba llevar por sus impresiones. Vimos fotos inéditas de los viajes de Bonnard por el norte de África, por España y por Venecia, así como los retratos que hizo con su cámara a Renoir y Monet. Fue miembro del circulo artístico y cultural de la Revue Blanche.

Formo parte de los Nabis. Un grupo de artistas muy distintos entre sí y que les unía su necesidad de expresión y su carácter espiritual. Pretendían romper con la pintura anterior. El tema no les preocupaba sino el color y el plano donde este se extiende. De hecho, el nombre Nabi, profeta en hebreo. Su objetivo era regenerar la pintura, hacer algo nuevo y diferente. Para ello tomaron como modelo la forma de vida y de trabajo de algunos grupos del siglo XIX como los pintores prerrafaelistas (grupo inglés) y los pintores nazarenos (alemanes). Estos dos grupos determinaron vivir en comunidad, como monjes, dedicándose a una pintura de asuntos religioso y simbólico. Los pintores nabis, siguiendo el modelo, fundan una hermandad cuyo fin primordial es el amor a la belleza. Pero en un momento dado todos los miembros derivan hacia el catolicismo y van a convertir esa hermandad en una comunidad religiosa. Bonnard no sigue este camino. Quizás, sus constantes referencias a la Arcadia Ideal, que siendo una región geográfica real, se convirtió desde Virgilio en una referencia para la poesía y las artes, represento su paraíso místico. Para algunos equivalentes a la utopía como el resultado espontáneo de un modo de vida natural, no corrompido todavía por la civilización. Impresiona Le Cannet (1928) y rapto de Europa (1919). Obras que toman de referente la mitología y han sido motivo pictórico y literario relevante, y que Bonnat también lo retoma con originalidad. Digamos, siempre muy en lo terrenal.

Nos llama la atención que los personajes de su pintura, nunca miran de frente al espectador, y no se les ve con definición el rostro. Mostrar la intimidad reservando lo anónimo. Pinto frecuentemente el desnudo femenino, pero no tomado de un posado artificial, sino de instantes de las mujeres con las que convivió, especialmente su mujer Marthe de Meligny. Siluetas reflejadas en el espejo, entre puertas entreabiertas, o en una reducida habitación o en la ducha o en el baño. Transpira sensibilidad y belleza. Su esposa sufría fobia social, y aprovecha sus baños curativos, como motivos recurrentes de su pintura. Su orientación decorativa, con sus influencias japonesas, forman telas murales de bello colorido y sensaciones generosas, que causan al espectador impacto visual y un universo de colores penetrantes que invade los pasillos del museo, y caminas por la ciudad o por un bosque.

Impresiona sus autorretratos, que no intentaba idealizarse u ofrecer un testimonio de sí mismo, sino desde lo más hondo, dibuja su estado físico y psíquico con la llegada caprichosa de la vejez, con todos sus salvajes ingredientes, y que nos hace recuperar de forma instantánea y dramática nuestra memoria del tiempo. Su autorretrato en el espejo del cuarto de baño representa este estremecedor lirismo. Antes del Facebook la intimidad no disfrazada ya deambula en lo exquisito de la pintura.

(*) Profesor titular de Psiquiatría ULL

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