No veo desde hace muchos años el festival de Eurovisión, un torneo en el que cantantes de varias naciones compiten entre ellos para saber cuál es la canción más pegadiza ( o más ratonera) de todas las que se interpretan en una sesión tan larga como tediosa. Al termino de la paliza musical, el interés se centraba en conocer el resultado de las votaciones de los jurados de expertos ( uno por cada país) y la canción que reunía más puntos quedaba declarada vencedora. Con el paso del tiempo( lo sé por lo que fui leyendo en la prensa) las votaciones de los jurados tendieron a agruparse por afinidades políticas o buenas relaciones vecinales y los resultados acabaron por hacerse previsibles ya que los países nórdicos, los balcánicos, o los latinos intercambiaban favores entre ellos desnaturalizando la competición. Hasta el punto de que, este año hubo que añadir al computo final el voto de los espectadores al objeto de darle aliciente al trámite y rebajar la politización creciente del torneo. Pero no hubo suerte en el empeño. En la última edición , la canción ganadora resultó ser la de Ucrania, que venció a la que representaba a Rusia, dos países enfrentados por una disputa territorial sobre Crimea y las repúblicas secesionistas del Donesk. Los rusos , que ya habían protestado por el tema de la canción que representaba a Ucrania ( nada menos que la deportación por Stalin de los ciudadanos tártaros por sus supuestas simpatías hacia los nazis) vieron en este triunfo una manipulación política previa y amenazan con no mandar representación al festival del año próximo que se ha de celebrar en Kiev, de acuerdo con lo establecido en el reglamento . Las sospechas por la politización del festival de Eurovisión no son de ahora. Ya en la España franquista hubo una tremenda polémica por la sustitución de Joan Manuel Serrat por Massiel para acudir al festival del año 1968. El cantante catalán había sido elegido en primera instancia para ello, tras una intensa campaña de promoción previa a nivel internacional, pero al empeñarse en cantar solo en catalán fue sustituido rápidamente por la asturiana Massiel casi sin tiempo para ensayar una pieza musical que habia sido compuesta por el entonces muy popular Duo Dinámico . Pese a todo, la actuación de Massiel interpretando el famoso "La, la, la" fue un éxito tan rotundo como inesperado ya que el favorito para ganar el torneo era el inglés Cliff Richard con su no menos pegadizo "Congratulations" . La cantante, que estaba entonces en el apogeo de su juventud y de su belleza, exhibió en escena un vestido transparente y minifaldero y conquistó al público con su simpatía y su buena voz. Que yo recuerde, la gente en España se echó a la calle para celebrar el triunfo y durante unos días no se habló de otra cosa. No obstante, pasados muchos años unas declaraciones del conocido locutor José Maria Iñigo y otras del escritor y periodista Alfonso Ussía pusieron en duda la limpieza de aquel éxito. El segundo de ellos declaró que Juan José Rosón , director general de RTVE en aquel tiempo, le había confesado que por orden de Fraga, entonces ministro de Información y Turismo, se habían hecho gestiones para comprar voluntades.
