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Papel vegetal

¿Vuelve el espíritu de la guerra fría?

El nuevo comandante en jefe de las fuerzas de la OTAN en Europa, Curtis Scaparrotti, lo dejó claro nada más ocupar el cargo: Rusia sigue constituyendo el mayor peligro para Estados Unidos y para la propia OTAN.

Según él, hay que "ser muy claros" con los rusos y lograr que entiendan que los aviones y buques de la OTAN "van a volar o navegarán siempre dondequiera lo permita el derecho internacional".

El jefe militar estadounidense aludía así al incidente ocurrido en abril cuando cazas rusos se aproximaron peligrosamente en aguas internacionales al destructor USS Donald Cook, así como a otros similares ocurridos después en el Báltico.

Un profesor estadounidense llamado Lamont Colucci, autor de un libro sobre las doctrinas de seguridad de varios presidentes norteamericanos, habla de "una nueva carrera armamentista" y acusa a Rusia de haber emprendido "un peligroso rumbo imperialista", al que EEUU no debe dudar en hacer frente.

Como es lógico, en Moscú se ven las cosas de otra manera: Estados Unidos es quien provoca y desafía a ese país con el despliegue de su escudo antimisiles en Polonia, primero, y ahora en Rumanía, y cuando cerca militarmente a Rusia, aproximando a sus fronteras cada vez más batallones.

No se sabe cómo responderá Rusia este mes de julio a la celebración en la capital polaca de la próxima cumbre de la OTAN, que seguramente Moscú interpreta como una provocación ya que allí mismo dejó de existir hace un cuarto de siglo el Pacto de Varsovia.

Lejos de disolver a su vez la OTAN como señal inequívoca de que había acabado el enfrentamiento Este-Oeste, Estados Unidos y sus aliados optaron entonces por fortalecerla, acogiendo en ella a nuevos miembros, todos ellos ex integrantes del bloque militar soviético.

Moscú ya ha amenazado en más de una ocasión con instalar sus misiles Iskander en el exclave ruso de Kaliningrado, en el Báltico, territorio que está rodeado de países de la OTAN, como respuesta a lo que considera al cerco del que se siente víctima.

La Rusia de Putin, que se considera humillada por la pretensión de Estados Unidos de ser hoy por hoy la única superpotencia, parece decidida a responder al desafío de su viejo enemigo y, pese a la crisis económica derivada de la caída de los precios del petróleo, no deja de aumentar su presupuesto militar.

Según la secretaría de Estado norteamericana, Rusia aumentó el pasado agosto de 1.582 a 1.735 sus ojivas nucleares pese a que, según el tratado bilateral Start, ambos países se han comprometido a reducir para dentro de dos años a 1.550 el número de cabezas nucleares.

Claro que Estados Unidos tendrá que acometer una mayor reducción para cumplir ese pacto, pues tiene actualmente en su arsenal un total de 4.760 ojivas nucleares.

Mientras todas estas y muchas más cosas ocurren en el terreno militar, entre ellas también la modernización rusa de su flota de submarinos nucleares y diesel-eléctricos, simultáneamente se libra una batalla en el campo de la propaganda.

Sobre todo desde la anexión por Rusia de Crimea y el estallido del conflicto con Ucrania, los medios occidentales no han dejado de publicar noticias en las que se acusa a Rusia de llevar a cabo una campaña sistemática de desinformación y se exige una respuesta por parte de Occidente.

Así, por ejemplo, el semanario alemán Focus hablaba en febrero de la alarma que despertaban en los servicios de información germanos "la propaganda de Putin".

Unas semanas después, el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung daba noticia de una supuesta "campaña secreta rusa contra Occidente", y unos días más tarde Die Welt informaba de que el Gobierno alemán se preparaba para hacer frente a "la guerra de propaganda de los rusos".

Se acusa a Rusia, por ejemplo, de tratar de desunir a los europeos, apoyando a los partidos y movimientos de extrema derecha y explotando la fascinación que el hombre fuerte del Kremlin ejerce sobre muchos de sus dirigentes y simpatizantes.

Se habla también de "la doctrina Gerassimov" (por el general ruso Valeri Gerasimov", jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, según el cual las guerras actuales, a diferencia de las del pasado, tienen un carácter "asimétrico".

De acuerdo con esa doctrina, expuesta hace dos años en la Academia Militar rusa, frente al adversario son buenos todos los medios, ya sean políticos, económicos, informativos, humanitarios, y hay que saber además aprovechar sobre todo el "`potencial de protesta de las poblaciones".

Gerasimov no se inventó una nueva doctrina, sino que se limitó más bien a describir los métodos que utiliza Occidente en su combate ideológico con Rusia y, como consecuencia, a animar a su país a dotarse de la capacidad de responder con la misma moneda.

Ello explica que, en respuesta a emisoras de propaganda occidental como la estadounidense Radio Free Europe, Rusia haya creado plataformas mediáticas como "Sputnik" o "Russia Today" para trasladar a la opinión pública sus propios puntos de vista.

Y también que Moscú apoye a los partidos políticos europeos que defienden posiciones favorables a las rusas del mismo modo en que Estados Unidos, Alemania y otros miembros de la OTAN apoyan a las fuerzas pro-occidentales en la antigua Europa central y del Este.

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