Me puse a contarlas. Bueno, no. Me puse a contarlos, que era más fácil. En la Vigilia de Pentecostés que muchas parroquias celebramos este año en Maspalomas, sólo el 20 por ciento de los más de 500 asistentes éramos hombres. Las demás eran mujeres. Presidiendo la celebración estábamos ocho hombres curas. Es a lo que estamos acostumbrados. Y vemos como normal lo que no debe ser normal. Aún así disfrutamos de la vigilia. Dejó buen sabor.

El Papa habló hace unos días de estudiar la posibilidad de que las mujeres puedan ser diaconisas y de repente, toda la gente empieza a opinar. Me gusta el debate. En la parroquia me preguntó una señora, muy contenta, si es verdad que ahora ya hay mujeres que pueden bautizar y casar. Y he leído ya algunos artículos de algunos que se rasgan las vestiduras porque creen que esto es un disparate. Tengo de decir que a mí la noticia me ha dado un alegrón. Pero no es sólo eso lo que queremos que se pueda lograr. Hay muchas tareas en la Iglesia que están casi exclusivamente en manos de la mujer: los grupos de Cáritas y de catequesis, por ejemplo. Sin embargo en los órganos de gobierno hay demasiadas ausencias. Un cardenal, Pietro Parolin, dijo hace poco que "si no escuchamos con atención la voz de las mujeres en los grandes momentos decisorios de la vida de la Iglesia, perderíamos aportaciones decisivas. Es indispensable escuchar a las mujeres". Y de paso hizo un elogio a las mujeres teólogas: "Gracias a las mujeres, ahora comprendemos el evangelio. La mujer es un tesoro escondido". Sobresaliente para este cardenal.

Precisamente esta semana me tocó dar una charla a un grupo de jóvenes en el Colegio N. S. del Rosario de Agüimes. Eran alumnos y alumnas de 4o de la ESO. También aquí había más chicas que chicos y ellas más decididas a opinar. Me encantó su actitud de escucha, diálogo y respeto. Algo que se echa en falta en las tertulias de la tele o de la radio. Hablamos del agradecimiento y, por lo que me comentaron, está naciendo una generación que sabe dar gracias. También a estos les pongo la mejor nota.

Y otra mujer. Antoñita María, una señora de Carrizal con casi 90 años, lúcida, activa, defensora de la mujer, me acaba de regalar el libro Mujeres con ingenio. El libro está escrito por dos hombres y dos mujeres que nos cuentan muy cariñosamente las historias de 25 mujeres de Ingenio. Veinticinco emprendedoras del siglo XX que son ejemplo de trabajo, de lucha y saber hacer.

Las paginas de mi diario, ya ven, están llenas de alusiones a la mujer. Y no olvido, en este mes de mayo, a la Mujer de Nazaret. María sí que tiene un papel importante en la Iglesia. La llamamos Madre, corredentora, Mediadora entre Dios y los hombres, abogada, intercesora y otros títulos. Pero esa gran responsabilidad de la Virgen María le vine dada de Dios mismo. Dios no es machista. Dios escucha a las mujeres. Tiene razón el cardenal. Si la mujer es un tesoro escondido, la Iglesia no lo ha encontrado del todo. Estamos a tiempo.