Meterse con esta película es como quitarle un caramelo a un niño. Porque no se puede ser más transparente en las intenciones y más inofensivo en los resultados. Comedia romántica, sí, sin disimulos y con evidentes ganas de emular aquellas gozosas Vacaciones en Roma. Claramente amable hacia la figura de Isabel II (que ha cumplido 90 añazos, no le vamos a amargar el pastel) pero sin pasarse de la raya porque se acerca a ella modulando con buen gusto una fábula mullida y edulcorada de un episodio aparentemente real en su origen (las horas que Isabel pasó sin control el día de la victoria contra los nazis) pero que la película utiliza a su conveniencia para imaginar unas peripecias por supuesto blanquísimas y nada provocadoras.
Lo cierto es que, salvo las partes que intentan ser más románticas y pecan de sosería galopante, la cinta funciona bien engrasada con las armas habituales del cine británico en estos casos: una ambientación de primera categoría, un trasfondo musical impecable, toques de humor a veces disparatado, un reparto de lujo entre los secundarios y una protagonista, Sarah Gadon, arrebatadoramente creíble. Siendo lo que quiere ser y encontrando lo que busca, Noche real es una comedia cojín que no incomoda, no se excede con el azúcar y regala 97 minutos de lo más agradable. Y que Dios no salve a la Reina porque ella parece valerse sola.
