La Provincia - Diario de Las Palmas

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Aula sin muros

Prohibido morirse

Al alcalde del pueblo de Selia de la región de la Calabria italiana, para frenar la despoblación y optimizar los servicios sanitarios de una población envejecida, se le ocurre una mañana, en la que no parece haberse levantado con el pie izquierdo, aprobar una ordenanza por la que establece la prohibición de morirse a sus vecinos. Para ese fin manda que se construya un nuevo ambulatorio con el fin de prestar mejor atención a quienes lo necesiten en el pueblo. Sin quererlo, con el original eslogan de la ordenanza, se suma a los pronósticos que la ciencia y la tecnología aventura para los años venideros.

Existen teorías, avaladas por nuevos descubrimientos y experimentos con el genoma humano, las ciencias médicas, psicológicas y la geografía de las poblaciones que apuntan a que la vida humana podrá prolongarse, por tiempo indefinido, en los próximos decenios. Sirva como ejemplo que, en experimentos con ratones, se ha conseguido prolongar en un 24% la vida de ratones mediante terapias genéticas e investigaciones de afamadas universidades y laboratorios farmacéuticos trabajan, hoy, para encontrar la panacea que retrase el deterioro físico e intelectual. Ya se está probando un fármaco con animales que, en poco tiempo, tendrá el permiso de las autoridades estadounidenses para probarlo en humanos por el que una persona de 70 años gozaría de la salud biológica de una de 50. Esto supondría que se podría vivir en condiciones de una relativa buena salud hasta los 120 años. Se justifica en que si se retrasa el envejecimiento se pospondrán las enfermedades y sus consecuencias. La hipotética prolongación de la vida ofrece ventajas y desventajas. Entre las primeras está la de ampliar los tiempos de formación y trabajo por lo que la Caja de la Seguridad Social dispondría de más dinero para las jubilaciones venideras. El miedo a la muerte queda lejos porque la esperanza de vida, hoy centrada alrededor de los 80 años, se podría atrasar hasta agotar los términos sociológicos de no se sabe ya si "cuarta", "quinta" o más edades. La adolescencia y juventud se extendería hasta lo que hoy es la edad adulta, por lo que, quizá, veríamos a "jovenzuelos" de 45 o 50 años pelando la pava o dándose besos de tornillos, amparados en la oscuridad, medio tumbados en un banco o entre los setos de un parque. Mayor prodigio representa ver a mujeres de 70 años, con la sonrisa de lado a lado de la cara, mostrando la ecografía de su futuro bebé a las amigas. Puede haber tiempo, una eternidad, para que se cumplan viejos anhelos y sueños. Pero también hay contrapartidas. Los años de estar activo, se prolongarían hasta cerca de cumplir el siglo por lo que la jubilación, en una nueva percepción del tiempo, parecería no llegar nunca. Las llamadas crisis de los ciclos vitales de parejas, matrimonios o el estrés producido por largos años de actividad laboral, se sufrirían, no solo a los 40 sino a los 70, 80 y más años. Las consecuencias de los traumas darían más trabajo a florecientes profesiones como la de psicólogos y psiquiatras para tratar crisis de pareja y disfunciones derivadas de una sexualidad hipertrofiada y un climaterio pospuesto en el tiempo.

Nadie puede aventurar lo que sucederá en un futuro. De momento la prolongación de la vida y la reducción de la mortalidad ya pone a prueba la atención al creciente numero de ancianos por parte de familiares e instituciones. En todo caso la aventura de la ciencia debe tener en cuenta el viejo mito de la diosa Aurora. Se enamoró del mortal Titono. Los dioses viven eternamente, los mortales no. Por eso pidió a Júpiter que le concediese una vida eterna a su amante. Júpiter se la concedió pero la diosa se olvidó de pedirle que también le concediese el beneficio de la eterna juventud. De esta manera Titono se hizo cada vez más viejo, más viejo y cada vez, también, se veía impotente para acompañar a la diosa en sus desvaríos e interminables días y noches de vino y rosas. Titono terminó por pedirle a Júpiter que le librase de la vida ante lo cual la diosa lo convirtió en un cantarín cigarrón de los campos. La moraleja del mito está clara: no basta vivir muchos años sino vivirlos con salud y cierta calidad de vida. El alcalde italiano se ocupa de parar el número de entierros y que la gente no emigre con la creación de nuevos ambulatorios. Se supone que su personal sanitario se ocupará, además de recetar y atender las urgencias, implementar mínimos programas de prevención. Se les conoce como programas de envejecimiento activo que no comienzan, precisamente, con la edad de la jubilación. Está comprobado que ciertas neuronas y facultades comienzan a deteriorarse a la temprana edad de los 25 años. Ergo, hábitos de vida saludable, evitar los excesos, alguien dirá que menos los que se practican con amor y querencia, comer con moderación y tener una vida activa en cuerpo y mente. Los romanos lo inventaron cuando la esperanza de vida era una minucia: "Mens sana in córpore sano". A esto añadimos la certeza de que se envejece como se ha vivido.

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