Intrépidos, atrevidos, aventureros, osados... No se encuentra el adjetivo preciso para ellos. Este bípedo implume caminaría con dificultad por los tetrápodos de la Avenida, si por un motivo tuviera que saltar al borde del mar. En cambio, seis jóvenes se entrenaban ayer con sus bicicletas sobre las moles pétreas que defienden la avenida de los golpes del Atlántico. Un ejercicio de auténtico funanbulismo, un arte. Y un riesgo también, no se olvide.