Si Bratt Pitt se da un beso de película con Marion Cotillard en el barrio de Arenales en una cinta rodada por Robert Zemeckis, el director de Forrest Gump y Regreso al futuro, amigo de Steven Spielberg, nadie dirá que es un sueño. Allied, la mayor superproducción de Hollywood en Canarias, de Paramount Pictures, se está grabando esta semana en Las Palmas de Gran Canaria, en una escena más de lo que desde hace casi un lustro ha transformado a las islas en un demandado y extraordinario plató cinematográfico: por las horas de luz disponibles, la variedad de paisajes, los equipos técnicos locales cada vez más especializados, la seguridad y protección frente a otros territorios competencia directa para el Archipiélago y, sobre todo, por las potentes ayudas fiscales.

La información del sector audiovisual en las Islas empieza a salir de las secciones de Cultura y Sociedad de los medios de comunicación para conquistar territorios en apariencia más áridos, pero a la vez más rentables, como son los económicos. En los últimos cinco años la industria del cine ha dejado en Canarias más de 130 millones de euros, el doble del presupuesto, por ejemplo, con el que está dotada la Consejería de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento para este año. Una cifra nada despreciable.

En las Islas se ha rodado Furia de titanes (Louis Leterrier), Ira de titanes (Jonathan Liebesman), Fast & Furious 6 (Justin Lin), Exodus: dioses y reyes (Ridley Scott), En el corazón del mar (Ron Howard), Ma ma (Julio Medem), Felices 140 (Gracia Querejeta), Nadie quiere la noche (Isabel Coixet), Invasor (Daniel Calparsoro), El dictador (Sacha Baron Cohen), Palmeras en la nieve (Fernando González Molina), REC 4. Apocalipsis (Jaume Balagueró), Atrapa la bandera (Enrique Gato), Evolution (Lucile Hadzihalilovic) o la saga Bourne, protagonizada por Matt Damon. Estos rodajes tienen un impacto directo sobre la economía canaria: dejan decenas de millones de euros, fomentan la contratación de empleo, contribuyen a desarrollar la industria audiovisual regional, difunden Canarias como destino turístico, y dan prestigio y proyección internacional a las Islas.

No es por casualidad, ni una moda pasajera, ni siquiera un capricho, que una de las mayores industrias del mundo, como es la cinematográfica, se haya fijado en Canarias. Más de 250 producciones audiovisuales se rodaron el año pasado en el Archipiélago. Las Islas disponen de uno de los incentivos fiscales más potentes de Europa para la producción audiovisual, que se consigue tras años de incertidumbre con el cambio en la Ley del Cine, de 2007, que abre la puerta para que las Agrupaciones de Interés Económico puedan acceder a las ayudas directas del Ministerio de Cultura para el rodaje de películas. Para el sector cinematográfico supone una nueva forma de financiación con capital ajeno que ya se permitía hasta entonces para otras actividades, como la construcción de buques.

Sin embargo, la reforma en 2014 de la ley del Impuesto de Sociedades modifica el sistema de incentivos, a través de las ayudas para la constitución de empresas en la Zona Especial Canaria, la Reserva de Inversiones y el régimen de deducciones para los rodajes e impulsa las producciones audiovisuales. Incentivos un tanto caprichosos, inseguros o azarosos si el Ministerio de Hacienda no hubiera respondido con celeridad y claridad ante las productoras nacionales e internacionales para esclarecer los conceptos que pueden ser deducibles en la inversión cinematográfica. Sin estas aclaraciones, la correcta interpretación de qué gastos entran dentro de las deducciones las inversiones cinematográficas en las Islas se hubieran diluido en una inseguridad jurídica y dinamitado así las enormes ventajas competitivas de las Islas frente a otros territorios españoles y comunitarios.

Las atractivas deducciones fiscales, por lo tanto, fomentan las producciones audiovisuales, que a su vez son grandes generadoras de empleo y las dudas solventadas por el Ministerio de Hacienda ofrecen garantías frente a las incertidumbres sobre la tributación y la inversión en un sector tan poco tradicional para este tipo de apuestas como es el del cine. Y sobre todo la seguridad de los beneficios fiscales está garantizada al margen de que la película triunfe o no. Es decir, que los incentivos fiscales son independientes de los beneficios que se puedan lograr, o no, en el recorrido comercial de la producción audiovisual en la que se invierta.

La actividad cinematográfica debiera ser vista como un sector estratégico de nuestra economía, y también de nuestra cultura. No solo como manifestación artística o expresión creativa, el cine es también un potente catalizador de avances tecnológicos, desarrollo económico y creación de empleo, motivos más que suficientes para que el Gobierno de Canarias impulse el fomento y promoción del sector audiovisual. Después de cinco años la Administración canaria ha recuperado las ayudas directas a las producción cinematográfica y abierto una línea de préstamos y avales por un millón de euros. Es un avance.

De lo que se trata, en definitiva, es de que con un sistema de incentivos como el que se ofrece en Canarias se revierta la paradójica situación de que son menos los inversores que los productores. Al contrario de lo que pasa en otros países, donde se buscan producciones con las que rentabilizar el pago de impuestos o se asume con naturalidad la inversión en un sector tan potente como el audiovisual porque da responsabilidad social corporativa a las empresas que participan en la película. Canarias, por lo tanto, tiene ante sí una oportunidad de cine para convertirse en una estrella de la industria audiovisual.