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Opinión

Fuente Agria, de gestión privada a pública

La sentencia del 24 de octubre de 1981, que permitió "el rescate" de la Fuente Agria de Teror, se hizo efectiva el 11 de febrero de 1982 con toda la escenografía que el hecho requería: asistencia de gran parte de la corporación y vecindario de la Villa; ambiente de fiesta del Pino en pleno invierno; forzamiento de las cerraduras; inventario de todo el material que estaba a la vista; presencia de funcionarios adscritos al Juzgado del distrito 2 de Las Palmas,y miembros de la Guardia Civil ....Los voladores reventando en el cielo, aquel jueves, terminaron por completar el aire festivo.

Cinco días más tarde,el Ayuntamiento celebró en pleno corporativo ese "rescate" de su bien más preciado -excepción hecha de la Virgen del Pino, que como motor económico de Teror tampoco se quedaba atrás- y en el que se marcaron las líneas de actuación con respecto a la gestión empresarial del Agua Agria, sin que a nadie se le pasase ya por la cabeza la cesión a ningún particular. Don Rafael Zurita -secretario del ayuntamiento- llevaría la administración y asesoramiento legal, se realizarían las obras de reparación necesarias -muchas, según los primeros informes- y gestionar los créditos para financiarlas, continuar las reclamaciones al anterior concesionario; respeto a los puestos de trabajo ya existentes, readmisión de los antiguos aguadores si había agua suficiente, elaborar unas estrictas ordenanzas para los usuarios, y, por fin, y con carácter provisional, nombrar como administrador para aquellos primeros meses a don José Falcón, interventor habilitado del ayuntamiento.

Y así pasó la Fuente Agria del Barranco de Teror a manos de los políticos de la Villa.

Tal como escribiera en aquellos momentos -un tanto de euforia esperanzadora-don Javier Sánchez-concejal de DMC y en la actualidad profesor de la Facultad de Ciencias Políticas, Sociales y de la Comunicación de la Universidad de La Laguna- "los caciques de todas las épocas han tratado de apropiarse la Fuente de cualquier manera, a pesar de ser propiedad del vecindario de Teror....afortunadamente, el pueblo nunca lo permitió. El subastar la Fuente se ha prestado a la corrupción, ha beneficiado a los concesionarios privados y causado, en general, la ruina de la hacienda municipal, ya que salvo rarísimas excepciones, los miembros de las distintas corporaciones defendían más sus intereses personales o familiares que los generales de la comunidad..."

Un año más tarde, la explotación de la Fuente Agria económicamente saneada, ya era un recurso básico para las arcas del ayuntamiento. La esperanza en la gestión municipal llevaba a un optimismo casi pueril con afirmaciones como "atrás quedan ya los tiempos en que las telas de araña lo invadían todo, incluso hasta los interiores de las propias botellas, atrás quedan también los recursos apelaciones y otras manifestaciones jurídicas tanto del arrendador como del arrendatario. Una nueva época económica comienza para el municipio de Teror y esperamos que ésta sea ya definitiva ..."

Pero 1983 era año de elecciones y aquello marcó mucho el futuro de la gestión consiguiente de la Fuente para los siguientes años. El alcalde de entonces, Salvador Cárdenes dimitía unos meses antes de las mismas y le sucedía en el cargo Cesáreo Ramos, que comenzó a lo exiguo del tiempo que iba a ocupar la poltrona profundas modificaciones -o pretensión de ellas-. Uno de los temas ya candentes fue la poca información sobre aquel primer año de gestión municipal de las Aguas de la Fuente de la que se quejaban los miembros de la oposición (algo que se ha convertido en un tema ya fijo y reincidente en programas electorales, reivindicaciones, y conversadas de cafetines y alamedas)

Poco tiempo después de la dimisión, el presidente Jerónimo Saavedra visitaba la Villa, y Cesáreo Ramos lo acompañaba en inauguraciones, visita al centro escolar de Los Corrales -ya cerrado en la actualidad- y también las instalaciones de la Fuente Agria y los terrenos destinados a cementerio municipal -que acabarían, al final, depurando de otras cosas.

Las elecciones se celebraron el 8 de junio de 1983 y dieron a la alcaldía a mi padre- Cayo Yánez- al que, lo recuerdo perfectamente, comenzaron a acribillarle con temas de la Fuente nada más llegar. Había sido primer teniente de alcalde y, con toda lógica, le exigían a él la información que ya comenzaba a fallar, según los grupos opositores. El primer reventón llegó un año después, comenzando las fiestas del Pino del 94, con la denuncia presentada por Vecinos Unidos, por la Granja Avícola instalada en el mismo Barranco de la Fuente Agria, presuntamente sin licencia municipal. Mi padre afirmaba que la licencia de construcción de la edificación, otorgada en la época del alcalde Cesáreo Ramos, "no tuvo en cuenta que en el futuro podría llevar la negativa a la cría de gallinas, que se considera nociva para el medio ambiente cercano, sobre todo por lo que pueda afectar a la cercana Fuente Agria". He de decir que, a nivel familiar, este tema generó mucho malestar en mi padre por la cercanía con el propietario y por su interés en buscar una solución al mismo, sin dañar a nadie.

La gestión municipal iba de mal en peor -pese a los 40 millones de pesetas de ingresos anuales que se declaraban- y muchos eran los que afirmaban que eran preferibles los antiguos concesionarios a los actuales, corruptos e inflexibles políticos y funcionarios. Algo así como la aplicación del antiguo aforismo de "malo vendrá que bueno te hará". Poco tiempo después del tema de la Granja Avícola, los vigilantes de la Fuente, dependientes del ayuntamiento, afirmaban su malestar públicamente por sentirse vigilados por varios funcionarios administrativos municipales. Se veían -decían- sometidos a diferentes tipos de presión entre las cuales están las de no facilitarles incluso hasta el calzado que les era necesario para el desarrollo de su trabajo.

Por entonces, también y debido a la bajísima calidad del agua de abasto domiciliario, comenzaron a distribuirse -gracias a la ejecución de diversos trabajos de alumbramiento de aguas subterráneas que pusieron en explotación 13 sondeos- las ya casi imprescindibles garrafas de agua potable de cinco litros para las necesidades domésticas de agua, ya que casi nadie confiaba en la calidad de la que salía del grifo. Llegaron a la fuente por ello muchas solicitudes para conseguir la concesión del reparto; algo que suscitó y originó una nueva protesta, ya casi a mediados de la legislatura, sobre la forma dictatorial y despótica en que se estaban concediendo las zonas de reparto del Agua Agria, por entonces con un mercado en crecimiento imparable.

Para colmo, unos meses antes de las siguientes elecciones, tras las lluvias primaverales, el depósito de aguas residuales construido en la década de los 50 a unos cientos de metros de la Fuente se desbordó ocasionando "daños en algunos cultivos de papas y millo, y destrozos en varios pinos" y se puso sobre la mesa la necesidad de poner fon a aquella situación que, años más tarde, ocasionaría el célebre incidente con la Heredad de Tenoya y la indemnización multimillonaria que el pueblo de Teror tuvo que abonar a la misma por este motivo.

Por eso -para suavizar temperamentos exaltados- la alegoría de la carreta de Teror en la Romería del 86 representó a Fuente Agria; lo que unido al informe económico con que se inició el año electoral (la Fuente Agria había tenido unos beneficios en el anterior ejercicio de unos 39 millones de pesetas) ayudó bastante en esa pretensión de suavizar exaltados. Aunque la oposición seguiría afirmando que esos dineros "se irían todos en pagar los intereses pedidos y los créditos de la actual corporación".

Pero este periodo, que dejo aquí, en los prolegómenos de su conversión en Sociedad Anónima, y de los que puedo escribir casi en primera persona- entré en el ayuntamiento en esas elecciones de 1987 dejó en la boca de los ciudadano de Teror el sabor tristón de que el agua de Fuente Agría había pasado de estar controlada por amigachos de los políticos de turno a estarlo de los funcionarios que, desde las alturas municipales y con las mismas actitudes, decidían sobre ella como si fuesen verdaderamente sus dueños.

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