La satisfactoria última función de 2016 deja buen sabor de boca para la de 2017, que signará medio siglo de ediciones consecutivas de los beneméritos Amigos Canarios de la Ópera. Inasequibles al cansancio y el desánimo, protagonizan una secuencia de cumbres y abismos con el denominador común de la continuidad a cualquier precio. Se dice pronto. En el año del aniversario volverán los cinco tìtulos (incluyendo los tres cantados por Alfredo Kraus en 1967, año inaugural) con elencos de alto standing. Todos los directivos que siguen, como todos los que estuvieron o nos han dejado, merecen el homenaje de la ciudad y la isla, empezando por la edicion de un libro histórico que puede ser apasionante en los grandes gestos y los pequeños detalles, narrados sobre el fondo ético de la voluntad y la generosidad. Con imprescindibles ayudas públicas y empresariales -incluso anónimas- la iniciativa privada ha sido y es el motor de un evento cultural de primera magnitud. Podemos sentirnos orgullosos.

Simon Boccanegra (Venecia, 1857) es fruto de la plena madurez de Verdi. Están en su partitura todos los rasgos de su genialidad en la música dramática y el instinto de las voces a pleno rendimiento con páginas de exigente belleza. Esta producción, quinta de las programadas en el medio siglo, reúne un cartel espectacular. El debutante barítono Ambroggio Maestri luce en el rol protagonista una emisión poderosa, que se apiana expresivamente en los volúmenes recogidos e íntimos de una psicología atormentada. La soprano Isabel Rey ilustra en toda la tesitura la inteligencia técnica de su comodidad en el repertorio lÍrico-spinto, tras una celebrada carrera internacional en roles ligeros. El tenor Aquiles Machado, siempre impecable en sus prestaciones canarias, conserva incólume su espléndido y timbrado color en prestaciones de intenso dramatismo. El bajo Giacomo Prestia vuelca toda su fuerza en los graves profundos y en las alturas de riesgo. El baritono Rubén Amoretti borda en la voz y el gesto la tenebrosa condición de su personaje. El también barítono Jeroboam Tejera está a la altura del reto de sus compañeros. Y los comprimarios Manuel García y Carmen Esteve cumplen con suficiencia. Un festival de voces.

En la escena muestra Curro Carreres la actualidad de un lenguaje antirutinario sobre los decorados diseñados por el grancanario Carlos Santos para esta nueva producción de ACO: superficies limpias y desnudas como acento personal del arte povera -manda el presupuesto-, cuidadoso del movimiento de solistas y coro, eficaz en la creación de ambientes con la muy profesional iluminación del también isleño José Fernandez, Txema.

Excelente el joven y tambien debutante director-concertador, Ramón Tebar, que consigue buen rendimiento cualitativo de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y exacta correlación con la escena. Y voluntarioso el Coro de la Ópera, que promete un equilibrado afinamiento para la temporada del 50º aniversario.

Calurosas ovaciones del fidelísimo público premiaron en arias y al final el gran esfuerzo colectivo. Sinceramente, ¡bravo!