España va mal por lo mismo por lo que iba bien en tiempos de José María Aznar, cuando era genial que todos los españoles tuviesen casa en propiedad y todas las casas, hipotecas, y se facilitaban pelotazos, se estimulaba la cultura empresarial ladrillera del 300 por cien de beneficio y no se contemplaba que esto fuera a parar jamás. No se favorecía ninguna alternativa porque la planificación suena comunista aunque luego nos enteremos de que el estado alemán sabe cuántos ingenieros van a necesitar las empresas germanas en dos años y aquí no hubiera previsión de encofradores durante la burbuja inmobiliaria. Ahora Aznar es capaz de ver lo que pasará si no se mantiene la disciplina presupuestaria y no siguen los recortes.
Aznar, que ya no es presidente del gobierno, habla en calidad de Aznar. Por sus datos fiscales sabemos que la mayoría de sus ingresos proceden de la escritura. Aznar habla como escritor pero suena a político, en concreto a político no candidato y por eso sus intervenciones benefician a Mariano Rajoy y no a Arturo Pérez Reverte, por citar a otro alto perceptor de derechos de autor procedentes de la escritura.
Contra lo que pudiera parecer, los aullidos liberales de Aznar benefician a Rajoy. Hacen que el presidente en funciones parezca flojo ante los votantes de la extrema derecha del PP pero esos no van a cambiar su papeleta. En cambio, conforme se va hacia el centro -la zona templada ideológica y emocionalmente- se aprecia menos esa cafeína de Aznar con la que crispaba cualquier asunto. Cuando Aznar se pone al lado de Rajoy es cuando más se aprecia lo que tiene el gallego de "hombre de paz", ahora que se lleva ese término que tan bien se contrapone a Aznar, que no lo fue dentro ni fuera de España. Imagine esta crisis económica y este enjuiciamiento de la corrupción del PP con un gobierno de Aznar. ¡Da respingo!
