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Tropezones

"Ya lo habías contado"

Me imagino que uno de los miedos de cualquier escritor o simple escribidor debe coincidir con el mío, el de convertirse en abuelo Cebolleta repitiendo las mismas historias. Por eso cuando el otro día uno de mis sufridos lectores me reprochó que "lo del rayo que casi te mata ya lo habías contado", sonaron las alarmas.

Hasta que he recapacitado un poco sobre el tema, y al comprobar que no lo había hecho con mala intención, o sea sólo por emborronar un folio, sino porque el guión así lo exigía, me he asomado a mecanismos parecidos en el mundo del cine y de las artes en general (sobre todo plásticas) constatando que en todos los mundos cuecen habas.

No voy a entrar aquí en la conocida tendencia de repetir nuevas versiones de películas de cine de gran éxito, con periodicidad recurrente. Es lógico que un film impactante, sobre todo ante la pobreza imaginativa de los guiones actuales, se vuelva a rodar, maquillando tal vez algo el entorno y con nuevos protagonistas. Es lo que en el argot anglosajón se llama un "remake". No sé si existe una palabra en español para describir este tipo de replicación. De no ser así, a qué espera la RAE para clonar una palabra en "spanglish", como lo ha hecho sin pestañear por ejemplo con segundas partes de películas, en inglés denominadas "sequel", y que ahora figura en el diccionario de la lengua española, en "secuela", con dicha acepción bastarda, junto al significado tra- dicional de "trastorno o lesión como consecuencia de una enfermedad"

Pero es que esto del "remake" no es de ahora, ni exclusivo del cine. Veamos.

En 1880 el pintor suizo Arnold Böcklin creó la pintura "La isla de los muertos", que evoca un último viaje de un ataúd sobre una barca, conducida por una inquietante figura que bien podría confundirse con el mítico Caronte. El resultado fue tan afortunado, por su ambientación onírica y evocadora del más allá, que el pintor no se cortó un pelo en pintar cuatro versiones más. Aparte de una que fue destruida, las demás han acabado todas en reputados museos . El pintor simbolista fue de hecho adoptado, merced a sus temas de exaltación mitológica, por el movimiento nazi. E incluso el propio Hitler llegó a poseer una de las versiones del inquietante lienzo.

Pero también el expresionismo tuvo su obra emblemática. En 1893 el pintor noruego Edvard Munch creó su famosísima obra "El grito". Consciente de haber dado en el clavo con su angustioso tema, el artista, que además tenía justificada fama de pesetero, procedió a pintar tres versiones más del mismo cuadro. Una de ellas todavía es atesorada por un mecenas, en su colección particular.

Y vistos estos antecedentes, comprenderán que yo ya me he perdonado, y confío que en el futuro sean también ustedes indulgentes con mis eventuales "autoplagios".

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