La Provincia - Diario de Las Palmas

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Reflexión

El párrafo insofactos

Les propongo un acertijo si tienen la bondad de leer las siguientes informaciones. Primera: "Canarias no está tan lejos; usted puede llegar fácilmente en un maravilloso viaje de 15 días de avión". Segunda: "La carrera se hizo en pelotón. Faltando 500 kilómetros para la llegada, comenzó el demarrage final". Tercera: "Lleva marcados veinte goles en lo que va de temporada y casualmente todos de cabeza, tres de ellos de penalti". Ahora viene la pregunta: ¿pertenecen tamañas exageraciones a la redacción de un niño de 2º de la ESO o a adultos bien alfabetizados? La respuesta correcta es: a estos últimos? pero acaso presurosos al escribir. Son gazapos divertidos, que recogió Ruiz de Velasco en su célebre antología. Como ya no van a caer en la trampa, les copio dos más: "El guardameta danés se compadeció de nuestros once representantes cuando a tan solo cuatro minutos del descanso propició, con un falo monumental, el primer gol de España" (un pene monumental nos dio la victoria, vaya por Dios). Y la última, en una entrevista a un prohombre sobre cómo ve el futuro político de España: "Me hubiera dado una congesya tres cuartos de hora y he mition si le pregunto. Vanrado al cordero del cuadro aplastamos muy suavemente un degollador y el cigarrillo tanto que arrastra las eses" (lo que, leído ahora mismo no deja de tener su sentido, digo yo). Es decir: no nos riamos de los chavales treceañeros que concursan con sus relatos a los certámenes (y que un servidor debe juzgar con imposible equidad) sino con ellos. De la cosecha de este año, apunto algunos memorables. "Ahora las cosas son más fáciles, bueno, algunas, otras siguen siendo difíciles, como los exámenes de matemáticas". Ellos sí que corrigen, sí que matizan: "Mi padre es militar, por lo que no le veo mucho, más bien no le veo desde los nueve años", y consigno aquí que el narrador cuenta trece. Hay futuro en la escritura, porque lo que viene ahora es hilo finísimo: "Fue un grito seco y austero", ole y ole. Se desbordan a tope: "Un torrente de emociones salió de mí". Y, cuando exageran, exageran de verdad, no presuman los tremendistas ni los videojueguistas: "Dolor, miedo, sangre, estruendo, estos elementos abruman mi mente", ahí queda eso. O ahí queda esto otro: "Éramos fantasmas, espíritus tristes y desolados por la muerte". El inglés, nadie ya lo duda, se impone, amigos: "Tenía examen de science". Las ciencias se han acabado, ahora hay "science". ¿Oídos, orejas? Viene a ser lo mismo cuando los ponen frente a un papel a crear: "Casi al instante, sus orejas captaron una voz que cantaba al son de la melodía". Y razonan que da gusto, porque me he quedado de piedra ante la conclusión que transcribo: "Una música un tanto tétrica, la verdad. Aunque, bueno, pueblo raro, música rara". Y no les importa contradecirse: "Ese espantoso sonido. Ese espantoso y a la vez bello sonido". Lo espantoso es bello, ya tienen ustedes un eslogan. O bien, si quieren, lo estresante es relajante, o la melancolía relaja estresando o qué sé yo: "¡La odio! La melodía del móvil de mi hermana me estresa. Es melancólica, pero tan relajante a la vez". Siguen sorprendiéndome sus barbaridades, como este truculento y directo final: "Desde ese momento juro que si lo encuentro le arranco el pescuezo". Acaso, como dice una narradora, porque "la mortalidad reinaba sin cesar". Viven en un mundo a su medida, donde, cuando menos se piensa, salta la garrapata: "Esa melodía, no podía parar de repetirla, me perseguía a todas partes como una garrapata". Y ha calado en ellos el mensaje anticultural, como bien indica este inicio: "Estela era una chica muy inteligente y aplicada, sin amigos". ¿Quién le manda ser inteligente y aplicada? Pero mi favorito de este año es este párrafo: "Me partió la cara una, dos, tres veces ya no lo recuerdo, pero yo me levanté insofactos, casi sin poder aguantar el equilibrio". Niños.

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