La Provincia - Diario de Las Palmas

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El callejón del gato

Tierra de gracia

Cuando Cristóbal Colón llegó a lo que hoy conocemos como Venezuela se dirigió a los reyes Católicos diciendo que había llegado a "tierra de gracia". De aquellos paisajes paradisiacos a los que encontramos hoy en día se ha recorrido un largo trecho.

Ni en sus mejores novelas D. Ramón María del Valle Inclán podía haber imaginado un esperpento como la actual situación en la que se encuentra inmersa Venezuela. El pueblo venezolano no se merece ese presidente surrealista que los tiene sumidos en la más absoluta ruina política y social. El paisaje urbano es un fiel reflejo de la desesperación en la que se encuentra inmersa la población y mientras el presidente Maduro arremete contra Rajoy mantiene secuestrada a media oposición, con Leopoldo López encarcelado y sin derecho a recibir visitas.

País rico donde los haya con petróleo, gas natural y un largo etcétera, sufre unas restricciones que hacen que los ciudadanos tengan que acudir al mercado negro para conseguir productos básicos tales como una simple pastilla de jabón.

El presidente de la República bolivariana de Venezuela aportó más de siete millones de euros a la fundación de Pablo Iglesias y Monedero para instalar en España su maltrecha revolución pero, ¿de verdad hay alguien que piense que en España queremos semejante esperpento?

Cortes de luz, recorte de la jornada laboral y, sí, lean bien, restricción en el uso de los secadores de pelo con el fin de ahorrar energía.

Menuda obsesión tiene con España el personaje, donde asegura que desde aquí se promueve un golpe de Estado contra su persona auspiciada por el imperialismo norteamericano.

El tirano Banderas de Valle o El coronel no tiene quien le escriba de Gabo García Márquez se quedan chicos al describir la situación del país que, por otro lado, se encuentra como ya dije desde estas mismas columnas al borde de una guerra civil.

Desde el gobierno se culpa a la clase empresarial de boicotear el proceso revolucionario pero ya hasta entre sus antiguos aliados como el Presidente Mujica lo tildan de estar como una cabra y comienzan a desvincularse de lo que algunos ven como la crónica de una muerte anunciada.

El estado incipiente del bienestar ha saltado por los aires mientras tanto Maduro, como la fruta madura, está a punto de caerse del guindo del que se haya agarrado dispuesto a llevarse por delante a quien haga falta con tal de no soltar el poder. Hoy por hoy en ese país caribeño la vida no vale nada. Familias rotas fruto del desarraigo producido tras verse obligados a tener que abandonar sus casas y trabajos... el que aún tenía la fortuna de conservarlo. Si Simón Bolívar se huele en lo que su revolución por la independencia iba a terminar quizá, solo quizá, en Venezuela seguiría ondeando la bandera española y Maduro en su puesto de empleado en la empresa municipal de transporte.

"Las revoluciones son siempre charlatanas".

(León Trotsky).

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