Los casi 1,9 millones de musulmanes que viven en España, unos 31.000 en Canarias, están llamados a celebrar desde hoy el mes del Ramadán, durante el cual no pueden ingerir alimentos, bebidas o humo ni mantener relaciones íntimas, pero tampoco enfadarse o decir palabras malsonantes, desde el alba hasta la puesta del sol. El Ramadán, que este año finaliza el 6 de julio, cumple para los musulmanes una función religiosa, como forma de adorar a Dios, y sirve también para estrechar los lazos familiares y sociales, así como para purificar el cuerpo, fortalecer la voluntad y comprender lo que sufren las personas privadas de alimento. La comunidad musulmana subraya la importancia de que los 1.887.906 musulmanes que viven en España, el 4 % de la población, tengan facilidad para flexibilizar sus horarios de trabajo. Y que puedan hacer coincidir el fin de la jornada laboral con la ruptura del ayuno, que se produce al llegar el ocaso. Este aspecto está reglamentado por un acuerdo de cooperación entre el Estado y la Comisión Islámica.