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Con voz propia

El legado político de José Segura

En octubre de 1982 tomé posesión del cargo de gobernador civil de Santa Cruz de Tenerife. Tenía 35 años y era ya magistrado, pero sin experiencia política alguna. En las elecciones locales que se celebraron al año resultó elegido presidente del Cabildo José Segura, que ha sido desde entonces el maestro que me enseñó a realizar el trabajo político con rigor, disciplina y eficacia, impulsado por su inagotable dinamismo y proverbial capacidad de trabajo. Despachaba con él a hora temprana, todos los lunes por la mañana, en que coordinaba eficazmente la labor del Cabildo, del Gobierno Civil y de los ayuntamientos. Catedrático de Termodinámica, ha estudiado y escrito con notable competencia innumerables artículos en la prensa nacional y regional sobre temas jurídico-fiscales y económicos, como los relacionados con el REF, y la Unión Europea, y sobre otras muchas materias ajenas a su especialidad profesional, -que ha sabido explicar con claridad por sus innatas cualidades pedagógicas, que admiraron siempre los muchos de sus alumnos de Matemáticas que he conocido-, de las que es fiel y mudo testigo el bien ordenado y amplio archivo instalado en el ilustrado garaje de su casa, que constituye una fuente importante de consulta para los políticos y estudiosos de los más variados e innumerables temas que contiene. No ha habido parcela de la actividad política, profesional y social, fuera o no de su competencia, que no se viera impulsada por su incansable trabajo metódico y constante.

Pero no solamente José Segura ha sido uno de los políticos más preparados y eficaces, como soberbio gestor, que he conocido, pues también siempre se interesó por los problemas de política interior y exterior, y de los responsables del Ministerio del Interior y del Poder Judicial, con los que tenía frecuentes contactos en la época en que yo desempeñé el cargo de vocal del Consejo del Poder Judicial y fiscal general del Estado, en la que hacíamos juntos el viaje temprano a Madrid todas las semanas. Fue el primer político socialista que me hizo interesar por los temas militares, por la política de defensa, ignorada por la mayor parte de los políticos, y por el diálogo y amistad con el ejército, lo que nos valió a ambos la medalla al mérito militar. Brillante parlamentario como diputado y senador que, cuando subía a la tribuna, admiraba a los parlamentarios por su dominio de los temas y rigor en su exposición. He conocido la labor parlamentaria de José Segura en el Congreso y en el Senado, a la altura de políticos con madera de estadistas, en sus diferentes etapas, y puedo afirmar, sin ditirambo, que no ha sido superada por ningún otro parlamentario en la historia de Canarias.

Buen y leal compañero de todos los militantes y cargos públicos socialistas, siempre dispuesto a asesorarles y apoyarles. Tolerante y caballeroso con el adversario político. Un humanista que, como consejero de Cultura y presidente del Cabildo Insular hizo una labor extraordinaria en favor de la cultura, y le hizo justicia histórica a intelectuales de la categoría de Domingo Pérez Minik y Juan Marichal, al que en 1983 se le tributó un homenaje en el Cabildo, presidido por José Segura, en el que se le otorgó la Medalla de Oro de Tenerife. Su categoría de gobernante quedó demostrada, como delgado del Gobierno en Canarias, cuando encausó con eficacia el fenómeno de la emigración ilegal, sin duda el más grave, por su tragedia humana y trascendencia política y social, que se ha planteado en la historia de Canarias.

Mi conocimiento de la historia de España y de Canarias me permite afirmar, sin ditirambo, que José Segura es uno de los políticos más preparados de la historia de Canarias, en unos momentos de políticos mediocres sin precedentes. No se comprende la ingratitud de los actuales dirigentes y militantes del PSOE, que no aprovechan, como en la época de la II República, el legado político de los cocimientos y experiencia de políticos como José Segura, que corre el peligro de seguir el cruel destino de los grandes políticos como Azaña y Felipe González, entre otros, que han sido olvidados e ignorados.

Otro canario ilustre, Juan Negrín, gran estadista y maestro científico de grandes maestros, ha sido el político más calumniado e injuriado del siglo XX, no sólo por los vencedores, sino también por los vencidos de la guerra fratricida, y hasta por su propio partido, el PSOE, que lo expulsó en 1947 por defender el plan Marshall para España, en la que ha reinado siempre, como en Canarias, el dios Saturno, que ha devorado a sus mejores hijos. Tenía razón Azaña en su reconciliador discurso del 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona: "El enemigo de un español es siempre otro español".

(*) Vicepresidente de la Fundación Juan Negrín

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