Las ventajas de internet resultan tan grandes que muchas veces nos olvidamos de sus tremendos inconvenientes. Las facilidades son abrumadoras y los riesgos pertenecen a un razonamiento algo más intelectual. Eugeni Morozov y su libro El engaño de la red, la crítica sobre la ciberutopía más concluyente, lúcida y feroz, invitó en su día a reflexionar seriamente sobre este asunto. Morozov argumentaba que a los promotores de las redes sociales sólo les animan las ganancias. Para él Internet dejaba un campo libre a la "patada en la web".
Ahora, el exemprendedor tecnológico y columnista de la CNN Andrew Keen ha publicado un libro, Internet no es la respuesta, que en cierto modo viene a abundar en las tesis del "solucionismo tecnológico" que criticó en su día y sigue criticando el analista bielorruso. Lo hace partiendo del desmedido afán capitalista y explotador de las redes sociales. Pone como ejemplo a Facebook que actúa, según él mismo escribe y nadie podría refutar, como un portero de las noticias que leemos y la empresa que de verdad las rentabiliza cuando su elaboración no le supone gasto. "La red ha hecho posible que los empleados trabajen sin cobrar, que los empresarios no tengan que someterse a trabas legales y que, además, sean reverenciados como líderes sociales". Esa es su tesis y resulta, además, irrebatible.
Los periódicos o los medios que producen noticias intentan protegerse por medio de los muros o diferentes formas de pago, pero un buen número de sus enlaces tienen a Facebook como mediador, recuerda Keen. Una parte del dinero revierte en ellos, claro, pero lo que el autor de este nuevo libro acerca de la explotación internauta se pregunta es hasta qué punto los periódicos podrán seguir siendo viables en un modelo de negocio donde im-pera la gratuidad y donde quienes no pagan empleo ni elaboran las noticias se llevan los beneficios.
Es una vuelta al capitalismo más salvaje. Salvo que no todos lo perciben.
