Hace meses, cuando surgió lo de Podemos se me había ocurrido plasmar en prensa mi opinión al respecto. Pero tal era el desasosiego que me producía la situación política de desvergüenza generalizada que fui consciente de aquello que alguien con criterio, hace años, me advirtió: con la edad sólo queda la resignación. Porque el mérito de evolucionar lo tiene la juventud, ya que aún no le dio tiempo a malearse y además tiene toda la energía necesaria para promover proyectos ilusionantes.

El caso es que por alguna circunstancia no llegué a publicar ese artículo. Pero pasado el tiempo se me ocurre que, lejos de quedar trasnochado el mensaje, se hizo más actual. Así que trataré de resumir aquel pensamiento nacido de la intuición y que tiene sentido en estas fechas ya que tenemos elecciones encima.

Yo estaba viviendo en Madrid cuando lo del 15M. Me gustaba pasarme por la Puerta del Sol para respirar el ambiente de ese conjunto 'ad hoc' que se autodenominaba 'indignados'. El movimiento tenía toda la simpatía de la gente de la calle. Era tal el sufrimiento al que se sometía a la sociedad, sobre todo al sector más débil, que se incubó una revolución interna y emocional de forma pacífica, pero profunda.

Opino que a raíz de esas manifestaciones se crea una conciencia global en contra de la injusticia como concepto genérico, y contra sus secuelas concretas, tales como los desahucios, y sus contrapartidas que se materializaban en abusos de gente que no se privaba en la percepción de indemnizaciones gigantescas tan sólo por pertenecer a consejos de administración, a los cuales sólo habían aportado una evidente incompetencia. La imagen gráfica estaba representada por estos opulentos personajes, al parecer procedentes del ombligo de Buda, recibiendo euros por millones, y los bancos desahuciando a familias de sus casas, dejando a la intemperie a padres, hijos, abuelos, etc. Y ello se explicaba aludiendo a que era cosa del 'sistema'. O sea, al sistema se le ha de permitir todo. Y entender consecuente que el sistema condene a desvalidos debe ser entendible y admitido. De la misma manera ha de ser entendido que los `grandes hombres' que arruinaron cajas de ahorros, empresas, etc... reciban indemnizaciones cósmicas. Porque si no se concibe así nos iríamos a pique. Y el sistema no puede permitir eso. Volveríamos al estado de primitivismo, de desorden y caos. Y mientras los 'Blesas' del mundo tiroteando venados por las selvas de Dios...

Pero, claro, quien lo ha perdido todo no tiene nada que perder, y así se generan las revoluciones. A veces estas son generales, se trata de cambiarlo todo, romper el sistema absolutamente, como ocurriera con la revolución francesa o la rusa o la china. Otras veces se trataría de revoluciones domésticas, lo que se da en llamar golpe de estado que, dicho de forma coloquial y no rigurosa, procura evitar ese cambio de sistema o simplemente cambiar de manos al mismo.

En el caso del 15M se produce un hecho nuevo. La revolución es más del tipo virtual, como si los tiempos nuevos impusieran esta fórmula. Es normal. La gente sabe lo que es un estado de bienestar y no está dispuesto a volver a las alpargatas y al chusco de pan. De esta manera, el surgimiento de grupos como Podemos es el efecto natural y biológico de lo que está sucediendo en la sociedad. Tal como yo lo veo, eso que se ha dado en llamar 'la casta' ha ido haciendo deposiciones de boñigas a diestro y siniestro. Y ¿qué ocurre en la naturaleza cuando aparecen depósitos de mierda que ensucian el ambiente?... Sí... efectivamente..., aparecen las moscas. Es ley natural. Y 'podemos' son las moscas... tan necesarias para preservar el entorno ecológico. Nadie se inquiete... es sólo eso...

No se piense que pretendo insultar a los componentes de Podemos. Al contrario, los ensalzo y felicito. Las moscas aquí realizan un papel loable, de limpieza y depuración. En todo caso son los otros, los que representan la mierda, quienes se deben sentir insultados.

Y surge la pregun-ta: ¿es bueno que es- te grupo emergente, u otro de la misma compostura, desplacen defi-nitivamente a todo lo an-terior?

Mi opinión es contraria a ello. En primer lugar porque entre eso que denominan casta hay gente muy digna, honorable, honrada y preparada. Por otro lado, hay que ser cauto. Las cosas no se arreglan de un día para otro. Hay que dejar a los que saben, por preparación y, sobre todo, por experiencia, de tal forma que, los nuevos, los que se adentran por vez primera en el intrincado mundo de la política, es decir, de la gestión del interés público, se curtan para poder hacer en su día un relevo prudente.

Pero en ese ínterin, es bueno y necesario que estén ahí, con un buen número de concejales, diputados, o lo que toque según de qué comicios se trate, controlando y sacando a la luz todo lo que resulte sospechoso. Y así lo deseo, no sólo respecto a Podemos, sino también a Ciudadanos, que vienen a constituir un mismo concepto, a pesar de que sus génesis no surgieron en el mismo campo, pero sí comparten idéntico abono. Hasta aquí lo que yo pensaba en aquella época cuatro años atrás más o menos. Después vinieron unas elecciones y con ellas el fenómeno, no por previsible, que dejara de ser nuevo. La mayoría insuficiente del partido que gana las elecciones. Se genera un marco que muestra descarnadamente la característica primitiva del carácter español que tanto hizo meditar a nuestros intelectuales de las llamadas generación del 98 y más tarde los que no supieron, quisieron o pudieron gestionar la Segunda República.

Si hacemos un ejercicio de cordura, la postura que debió prevalecer tras las últimas elecciones era la de la gran coalición PP, PSOE y Ciudadanos. Pero PSOE se empeña en que con el PP no hay nada que pactar porque son escoria, corrupción e involución. Ciudadanos había prometido no pactar con la corrupción, y consideró a Rajoy como escollo insalvable por entender que la personalizaba.

Téngase en cuenta que si hubiera habido pacto de coalición tanto PSOE como Ciudadanos tendrían voz y voto en el gobierno y consecuentemente en el giro político que volvería a poner las piezas en un tablero dónde habría juego sometido a unas reglas nuevas gestionadas por una política de consenso.

Mas Rivera (a mí me decepcionó, aunque hay que decir que está a tiempo de enmendarse) y Sánchez, contaminado de narcisismo, no supieron (sí, no supieron; cierto que tampoco quisieron, pero fundamentalmente, no supieron, porque demostraron no estar a la altura de los grandes hombres de Estado) reaccionar estando a la altura de las circunstancias. Así que ambos dejaron a Rajoy con esa solemne servidumbre de corrupción pero, sin lugar a dudas, con la conciencia reconocible de haber sido el único político coherente que, guste o no, tiene el mayor tajo de electores del panorama electoral, lo cual nadie debe ignorar. Y manifestó su intención de cambiar las cosas, aprobando leyes contra hechos de corrupción, y de colaborar con las otras fuerzas constitucionalistas para sacar España adelante. Esto no es una opinión, es la descripción de una realidad que además tiene el aval de 'históricos del PSOE'.

Pues bien, señores, habrá nuevas elecciones. Con una coalición de buen gobierno, y una oposición que siga con su ejército de moscas rondando a sospechosos de padecer repentinos 'apretones', es posible que España recupere su tono y el respeto perdido. Creamos en la Providencia ya que el sentido común se ha quedado por el camino...