La tasa Tobin es un chicle para adolescentes altermundistas o para presidentes franceses bajitos en estatura y expectativas electorales, como Nicolas Sarkozy. Que se pongan a masticarlo a estas alturas en el Parlamento de Canarias demuestra por enésima vez lo que tardan en llegar las modas, salvo en el caso de Mango y Zara, porque pronto no quedará un caserío en medianías sin una tienda de Mango y otra de Zara o viceversa. Claro que la trajo Gustavo Matos, que en materia de moda se sigue vistiendo como Roger Moore en las películas en las que interpretó a James Bond. Matos tiene licencia para aburrir pero ayer sorprendió a sus señorías al afirmar que Canarias podría recaudar unos 4.000 millones anuales gracias a este tributo a las transacciones financieras. Primero, porque nadie supuso nunca que la tasa Tobin la recaudaran las comunidades autónomas; segundo, porque resultaría muy interesante conocer el ábaco que el diputado tinerfeño ha empleado para llegar a esa cifra.

Las principales críticas a la llamada Tasa Tobin estriban en que será universal o no podrá ser (si se impusiera en Europa los capitales financieros se refugiarían en otras plazas financieras como Nueva York o Singapur) y que, como dice el profesor Fernández Villaverde, las transacciones financieras son muy elásticas, es decir, "son muy sensibles a los costes, y si subimos los costes de las mismas un poco con una tasa, tendremos muchas menos, yo creo que supondría una distorsión que solo eliminaría liquidez". Otras objeciones de peso son que los bancos terminarían (o empezarían) repercutiendo el coste de la tasa en sus clientes, que se estimularían mecanismos de intermediación financiera informales y en lo obscuro y que más temprano que tarde las grandes fuerzas financieras terminarían diseñando una ingeniería para burlar la obligatoriedad de la tasa.

Pero de eso se trata precisamente. Como la tasa Tobin es irrealizable a ningún partido político le cuesta absolutamente nada apoyarla. Sale gratis algo que nunca saldrá. Uno no puede por menos que sentir admiración ante la negativa del PP en boca de su portavoz, Jorge Rodríguez (sí, cuando usted se despertó esta mañana, Jorge Rodríguez seguía ahí, en el escaño) para el que este tributo fantasioso es un ejemplo monstruoso del afán de intervencionismo de coalicioneros, socialistas, podemistas, rodriguistas y demás ralea. Eso es convicción ideológica y lo demás son tonterías o chistes de Asier Antona. Diga que sí, don Jorge. Que la tasa Tobin es una cosa de rojos y masonazos y está dirigida a destruir la Civilización Cristiana y Occidental. Y qué Tobin ni qué niño muerto. La tasa Tomás. Llámale la tasa Tomás y viva Esssspaña.