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El callejón del gato

Honestos de cintura para abajo

Lo sabía! Al grito de honestos de cintura para abajo y honrados de cintura hacia arriba arranca la campaña electoral. Ya no saben qué decir para aportar algo nuevo o al menos original a unos discursos tediosos por parte de los diferentes candidatos.

La honestidad según la RAE es aún más farragosa, veamos: Impedimento canónico dirimente, derivado de matrimonio no válido o de concubinato público y notorio, que se equipara a la afinidad, pero solo comprende los dos primeros grados de la línea recta, tal cual. Seguro que se han quedado igual que yo, sin embargo decente decoroso, recatado, pudoroso, es lo que hace referencia cuando preguntamos por honestos. Por otro lado, si preguntamos por honrados obtenemos la siguiente respuesta: rectitud de animo, integridad en el obrar. Este idea parece más obvia y sobre todo, este es el concepto que los ciudadanos reclaman desde hace tiempo a la vista de los casos de corrupción que se vienen dando en todos los partidos sin distinción. Claro está que sobre aquellos que de alguna manera no han tenido la posibilidad de meter la mano en la caja, nada hay que decir.

Tanto la honradez como la honestidad son virtudes o defectos según sea el caso; la ciudadania en general solo ve a los políticos a la espera de una soberana oportunidad para hacerse con un botín a costa del bolsillo del contribuyente, porque cuando un ladrón ya no encuentra razón para robar, se cree un hombre honrado.

Visto lo visto , ningún partido aguanta la prueba del algodón de superar los conceptos de honrados y honestos, entonces ¿debemos resignarnos a que nadie es honesto y honrado o, al menos alguna de estas cualidades por separado? Pocos son los que se salvan de la quema. Me atrevo a aventurar que más honrados que honestos aunque solo sea por aquello de la erótica del poder. Tampoco sé si la terapia sería entrar en profundidades filosóficas.

Cuando escuchas a los líderes políticos, ellos solos se retratan: hablan, prometen y mucho nos aseguran, haciendo que tengamos siempre presente a Quevedo por eso de que "nadie ofrece tanto cómo el que no va a cumplir".

Sencillamente para parecer un hombre honrado, lo que hace falta es serlo y convendrán conmigo que es desconcertante el panorama actual al observar cuanta gente se asombra de la honradez y cuán pocos se escandalizan por el engaño.

Lo que sí parece meridianamente claro es que muy pocos saben la diferencia entre honradez y honestidad porque, aunque la gente las mezcle ni son ni significan lo mismo.

El padre de mi pariente lejano, hombre sabio donde los haya, le dijo: no pierdas nunca tu idiotez, no la podrás reemplazar.

Se puede andar con una pistola cargada, se puede andar con una pistola descargada; pero lo que no se puede es andar por la vida con una pistola que no se sabe si está cargada o descargada.

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