Negrín en la tribuna de oradores, en México, 1945, en sus últimos estertores como presidente de la República en el exilio, dice: "Con el Evangelio en una mano y la Constitución en la otra, no hay problema irresoluble en España". La Conferencia Episcopal Española (CEE) se enfrenta a la corriente de laicismo y saca en campaña su contribución a la arcas del Estado, nada menos, según su informe, que el 3% del PIB, es decir, 32.000 millones de euros. El orbe eclesiástico desmenuza su industria y advierte a los que tengan la osadía de echar un ojo al Concordato, a los conciertos escolares, a sus inmatriculaciones desaforadas de propiedades (hasta la Mezquita de Córdoba), a muchas y variadas prebendas que le vienen del nacionalcatolicismo. El portavoz de Dios en la tierra no esgrime el crucifijo ni los sagrados textos, sino que pone de testigo ante la izquierda el pastón que aporta. Tanto es así que incluye en su informe el impacto de bodas, bautizos y comuniones en la hostelería. Las comidas y bebidas tras pasar por el altar echan por el chorro 1.230 millones de euros. Esta exhibición sobre qué parte de culpa tienen en la riqueza nacional subraya un cambio de mensaje entre el purpurado: la descocadas declaraciones sobre la homosexualidad o sobre lo provocativas que resultan las mujeres son un refuerzo moral, pero hay que recordarles a los gallitos de Unidos Podemos y al PSOE, que también se apunta para mayor gloria al laicismo, cuál es la porción de la Iglesia en la tarta, o al menos la que ellos dicen que es. Pero no todo es a favor. Entre el debe apuntan su perla más preciada, su instrumento de campaña permanente: nada menos que 25.660 docentes de centros públicos y privados para la asignatura de Religión, que cuestan al Estado la nada despreciable cifra de 700 millones al año. Los obispos cobran 1.250 euros en 14 pagas y el cura raso 900, emolumentos que la Iglesia apoquina con la x del IRPF. Este striptis de la Iglesia no es otra cosa que apuntarse a las chirriantes líneas rojas, soplar al oído del votante el sibilino aire de la entrega católica nacional al sostén de un barco con más de una vía de agua. Ellos superan a Negrín: lo que dice la Constitución en su artículo 16 no les interesa, y como biblia, el libro de cuentas.