La tumba de Jesús en Jerusalén, lugar donde la tradición sitúa su resurrección, se ha llenado de andamios para dar inicio a una minuciosa restauración que pretende recuperar el lugar más sagrado para el Cristianismo, en avanzando estado de deterioro desde hace años.

La restauración, que se centra en la recuperación del Edículo, un pequeño templete donde los cristianos creen que se produjo el enterramiento y resurrección de Cristo, es la primera de los últimos 200 años y para ello ha sido necesario un histórico acuerdo entre las tres corrientes que custodian el lugar. "No podríamos haber hecho frente a este proyecto sin el acuerdo común de los tres custodios", asegura Antonia Moropoulou, directora del proyecto de renovación.

Acariciado cada día por miles de peregrinos y visitantes, la estabilidad del complejo sepulcral se había debilitado debido a la humedad y el calor, y su aspecto físico ennegrecido por el humo de las velas.

"No estaba en peligro, pero ya presentaba signos de riesgo", aclara Moropoulou.