La Provincia - Diario de Las Palmas

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Piedra lunar

Patrimonio educativo

La perspectiva que ofrece la conmemoración del Centenario (1916-2016) de la creación del Instituto General y Técnico de Las Palmas (actual IES Pérez Galdós) nos lleva a considerarlo como una evidencia del patrimonio de la Ciudad. Las instituciones que tienen una proyección social (deportiva, cultural, educativa...), cada una a su manera y con su estilo, van aquilatando en su devenir rasgos definitorios que le otorgan trascendencia en el plural tejido que conforma la comunidad. Y cuando alcanzan la emblemática cifra de cien años, se vuelven respetables, como si fueran virtuosos miembros senatoriales. Tras una fecunda trayectoria, 'el Pérez', llamado así por las más recientes generaciones, y antaño 'el instituto' por antonomasia, sopla las velas de su mítica memoria. Hace pocos días se presentó el libro El Instituto Pérez Galdós, 100 años al servicio de la educación pública, que a lo largo de sus quinientas páginas nos lleva hasta el alma más entrañada de este centro educativo. Su leyenda se ha forjado con cada uno de los cerca de cien mil protagonistas que le han dado vida y que han volcado su sentir y su respirar entre los muros de las cinco sedes que le han servido de cobijo. Pero siendo sus aulas e instalaciones varias el necesario espacio físico de encuentro de profesores y discípulos, la grandeza del centro educativo radica en el patrimonio inmaterial que se genera en el acto docente: el pensamiento, la creación literaria, la convivencia democrática, los valores sociales, la reflexión filosófica y espiritual, la evolución gimnástica y deportiva, la expansión geográfica, la expresión geométrica, la dimensión musical, el orden de las palabras, los experimentos en el laboratorio, las categorías sintácticas, el mundo aritmético... la Sabiduría y el Conocimiento, en suma, que son aspectos que hacen libre y universal al hombre. Con este libro entre las manos, no queremos instalarnos en la nostalgia del tiempo pasado, sino valorar el esfuerzo intelectual aquilatado por una amplia parte de la juventud de la ciudad y de la isla en todas y cada una de las etapas de su desarrollo. Es verdad que en este encuentro con nuestra historia se evocan momentos imborrables de quienes fuimos alumnos de este centro, adolescentes imberbes y jóvenes rebosantes de ilusiones, que estábamos a medio guisar en el camino de la vida: enseñanzas del profesorado de tan diversas materias cuyos nombres han quedado en nuestras biografías personales; relaciones amistosas que se han vuelto inmarchitables; palabras y más palabras en el trato cotidiano que convierten el centro de nuestro bachillerato en un trascendente patrimonio de humanidad. Esa es la hermosa lección que nos ofrece la conmemoración de este Centenario, respaldada por el reconocimiento de diversas instituciones públicas así como por otras de la sociedad civil de la Ciudad y de la Isla.

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