Silva marca la diferencia, es el principal arma de una selección que se ha especializado en el arte de jugar bonito. En plena madurez, la responsabilidad de los 100 partidos no le pesaron ante la República Checa. Junto a Andrés Iniesta, a la par, maravillaron en un encuentro marcado por una asistencia mágica del manchego para Piqué. Una delicia en el primer capítulo de la Euro. Como todo lo que hace el de Arguineguín. El manejo de balón del Chino nos deja atónitos, porque siempre toma la decisión correcta. Futbolista muy inteligente, supo esperar su oportunidad ante un rival muy defensivo, que no concedió ni un metro cuadrado en su territorio. Se ofreció y se desmarcó, siempre a la misma sintonía que Iniesta.

Luciendo el rol de timonero, Silva es el embajador de la mejor España. La del título Mundial en Sudáfrica y la que conquistó dos Eurocopas. La que se ha ganado un hueco en la historia. Pero quiere más, y en este desafío porta galones. Es uno de los líderes. Se siente cómodo con la responsabilidad. ¿Marcar goles? Siempre ha disfrutado como asistente, pero ahí están sus cifras con la Roja. Centenario con 23 goles, y lo más importante: uno de los jefes de la la España de los bajitos. El grancanario tiene una capacidad innata para resolver con éxito situaciones difíciles. Y ayer lo demostró.

La evolución de Silva es total, quizás no tenga el nombre de las grandes estrellas porque es un Balón de Oro silencioso. Pero está a un nivel increíble, superior, y puede mirar a los ojos a los grandes. A esos que tenemos en mente. Pero sobre todo, es un luchador humilde. Un competidor nato que abandera el estilo de La Roja.

Su trayectoria va ligada a la de la España de los bajitos, a un estilo bien definido con la pelota como bandera. Él e Iniesta, siempre juntos, son ahora los líderes naturales de un equipo que puede aspirar a todo. El debut nunca es fácil, en una gran cita, y ante los checos no hubo color. Dominio total y absoluto, pero había que marcar. Decidió un gesto de Iniesta, que estuvo soberbio. Igual que Silva, que afronta la cita más especial de su carrera. Ya es centenario, pero tiene un reto pendiente. La tercera Euro, algo solo para los elegidos. Como el Chino de Arguineguín.