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Opinión

La ermita de 'Maspaloma' o San Fernando

Para conmemorar fechas importantes en la historia de un pueblo, Maspalomas cuenta en su haber muchas. Incluso Maspalomas Costa Canaria, con tan sólo cincuenta y cinco años de historia, con historias apasionantes.

Viene todo esto a cuento porque ha sido motivo de curiosidad el conjunto arquitectónico que forma la Casa de Srta. Candelaria (conocida como Casa Condal y declarada Bien de Interés Cultural en 1995). Y la ermita anexa a la misma, que responde a las características de una capilla familiar de estilo franciscano. La incógnita que todos quieren despejar es su antigüedad aproximada.

No es desacertado el dato sobre la antigüedad de la Casa de Srta. Candelaria que se estima en la segunda mitad del siglo XVIII, pues viene a coincidir con la fecha del matrimonio entre Luisa Antonia Amoreto y Fernando del Castillo, primer conde de la Vega Grande de Guadalupe (1777). Pero el dato erróneo es el de datar la Ermita de "Maspaloma" (sin la "s" final, que es como se recoge en los documentos de la época) en la misma fecha.

Según la "biblia" de los amantes y estudiosos de la historia del municipio de San Bartolomé de Tirajana: "Los Tirajanas de Gran Canaria", del Canónigo de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Canarias, escritor, investigador y cronista oficial de San Bartolomé de Tirajana: Don Santiago Cazorla León (1907/2002), cuya personalidad, credibilidad y prestigio están suficientemente reconocidos, sitúa la construcción de la "Ermita de Maspaloma" en el siglo XVII, más exactamente en el año 1681. Por lo que durante este año 2016, estamos conmemorando (o deberíamos conmemorar) el 335 aniversario de su construcción.

Es este un motivo más que suficiente para júbilo y orgullo, pues el pueblo y la zona turística de Maspalomas consolidan su entidad, identidad, relevancia y trascendencia histórica, al mismo tiempo que refuerza sus raíces, con el atractivo añadido del rango que le otorgan las huellas dejadas a lo largo de siglos de historia.

Profundizando en el asunto, el historiador Santiago Cazorla León, en la segunda edición de Los Tirajanas de Gran Canaria, del año 2000, corregida y aumentada, hace la siguiente puntualización: "En la primera edición de nuestra Los Tirajanas de Gran Canaria de 1995, guardamos silencio acerca de la ermita de San Fernando por carecer de datos de su creación; pero en el libro editado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria titulado: La comarca de Tirajana en el Antiguo Régimen, de Vicente Suárez, Benedicta Rivero, Manuel Lobo y Alejandro González, nos centramos en la siguiente nota":

"(5). Página 113: Hasta febrero de 1681 se habían abierto dos acequias en el barranco de Maspalomas: una con su madre en la boca de los Vicentes y la otra por debajo, en La Palma; asimismo, se estaba abriendo otra por encima del "Almassigo", junto al Charco, y una ermita que se acabaría entre (el capitán Gotardo) Calimano y (Mateo Pérez) de Villanueva". Continúa Cazorla León: "Sin duda alguna, la ermita que entonces estaban edificando no puede ser otra que la de San Fernando".

La segunda prueba es la que distingue la Ermita de San Fernando de la de Juan Grande, pues en el reparto de las capellanías que hace el obispo Tavira el 27 de junio de 1790 dice que se entrega una capellanía a la Ermita de Juan Grande, y otra a la Ermita de Maspaloma (las dos del Conde); y una tercera a la Ermita de Arguineguín.

Y el tercer argumento que esgrime es que, en la carta del cura de Tunte al obispo Urquinaona del 28 de octubre de 1871, exponiéndole su proyecto de empe-zar a decir misa un domingo de cada mes en las ermitas de Maspaloma y de Arguineguín. Cuando se refiere a la ermita de Maspaloma, se refiere a la de San Fernando y no a la de Juan Grande, donde la misa de los domingos nunca faltó.

Por todo lo expuesto, cabe agudizar la imaginación y pensar en una ermita sola y aislada, igual que tantísimas que están repartidas por las zonas rurales de toda Canarias, a la que un siglo después se le acoplaría, en "L", el edificio de dos plantas de corte señorial, tal como la conocemos ahora.

Está aún en la mente de todos el hecho de que, previa autorización de la propiedad del inmueble, que ostentan los hermanos Alejandro, Pedro y Ana del Castillo y Bravo de Laguna, la Asociación Amigos de Maspalomas hubo de hacer frente en abril de 1998 a la restauración de la er-mita, que padecía un deterioro considerable, ante la desidia de todos.

Los trabajos estuvieron a cargo de los propios miembros de la Asociación, que se las ingeniaron para sufragar los costes económicos. Estuvieron asesorados por el prestigioso arquitecto Luis Alemany y contaron con el apoyo logístico de la entidad Eléctrica Maspalomas (Elmasa). Este gesto por parte de Amigos de Maspalomas fue muy elogiado y puesto en valor por parte de la población maspalomera y medios de comunicación.

Aquí queda expuesto, para satisfacer la curiosidad de muchos, para el estudio de otros, para posteriores investigaciones y, por qué no, para la discusión.

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