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Tropezones

Reflexiones viajeras XIII

Fuente Dé: un tema recurrente en los cuentos y leyendas es el del "mundo perdido". Ya saben, el de la expedición que atravesando una cueva emerge al final de un larguísimo túnel en un valle jamás imaginado y donde suele vivir una sociedad bucólica y feliz. (o por el contrario habitado por un verdadero zoológico de monstruos prehistóricos a cual más feroz).

Pues he de confesar que algo de esto me ocurrió en mi visita al parque natural de los Picos de Europa, al que se puede acceder no por un tenebroso pasadizo, sino mediante un moderno teleférico que arranca del paraje cántabro de Fuente Dé. Por dicho medio de transporte se salvan los 750m de desnivel desde la estación hasta la meseta de los impresionantes macizos. Imagínense el contraste, arrancando al pie de los acantilados en un tiempo soleado y clima primaveral, y accediendo tras tan sólo 4 minutos de rápida ascensión a una explanada fría, ventosa, parcheada de nieve y hielo. Desde la misma puede uno iniciar una excursión por unos caminos serpentean- do entre las abrumadoras moles rocosas, y disfrutando de la compañía ocasional de corzos, rebecos y distintas aves, sin que sea descartable tampoco la inesperada presencia de algún oso despistado.

Les recomiendo la experiencia, y si utilizan el mismo medio de transporte que yo, aprovecho para plantearles aquí mismo un enigma que me gustaría me aclarasen. En la barquilla del teleférico se informa al viajero mediante una placa de la empresa constructora suiza:

Construction de Cabinas telesfericas

20+1 persona o 1.680kgs

Naranjo de Bulnes: llegados a los Picos de Europa, no íbamos a dejar atrás la contemplación del dramático Naranjo de Bulnes, y a ser posible con la luz de atardecer que le otorga el característico color naranja que le ha dado nombre. Pues he de manifestar que más impresionante e insólito fue lo vivido en la empinada carretera de acceso al mirador desde el que pretendíamos admirar el peñasco: ¡cabras trepadoras!

Cuántas veces hemos aceptado una expresión o frase hecha valorándola como un tópico más sin realmente pararnos a pensar con cuánto fundamento se ha convertido en tal. Pues bien, la expresión "trepar como una cabra" se nos reveló a varios de nosotros en dicha excursión con la fuerza de una aparición, al sorprendernos la desbandada de un rebaño de cabras que habían bajado a beber del río que discurría por la abrupta base del Naranjo. Posiblemente asustadas por nuestra presencia en la carretera que bordeaba dicho río y ante la imposibilidad de encontrar otra vía de escape, arrancaron escarpe arriba, trepando como posesas por una pared cuasi vertical brindándonos un espectáculo de dimensiones circenses y totalmente espontáneo. Incluso los inexpertos cabritos seguían sin dificultad a sus progenitores por el acantilado ante el asombro de nuestro grupillo, de vocación urbana, no lo olvidemos.

Ah, el Naranjo..Pues no lo vimos. Envuelto en púdicas brumas se escondió de nosotros, y posiblemente de nuestras cabras hispánicas, desbaratando así su inminente escalada.

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