La Provincia - Diario de Las Palmas

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¡Qué tiempos aquellos!

Los vendedores del periódico

En la década de los cincuenta, un poco antes y después, proliferaban por toda la ciudad los vendedores de periódicos callejeros. A paso ligero, por todos los recovecos se podía oír su peculiar grito de: "¡Últimas noticias!" "¡Diario de Las Palmas!" "¡La Provincia, últimas noticias!".

Muchos tenían su clientela fija y hasta los llevaban a domicilio, sobre todo por las zonas de Triana y Vegueta.

Era una época en que había pocos puntos fijos de periódicos. Eran escasos y paradójicamente los puntos fijos también estaban en la calle.

En Bravo Murillo al lado de los Betuneros y de la Churrería La Madrileña. ¡Cuántas actividades se realizaban al lado de las churrerías! Se ponía desde muy tempranito una señora mayor con su silla y varias cajas vacías, y sobre ellas varias tongas de periódicos de La Provincia y por las tardes del Diario de Las Palmas. Tenía una cesta pequeña de palmito donde echaba las monedas.

Había un respeto.

En la portadilla de San José frente al Bar Perico se ponía un señor con una mesa plegable, en la plaza -Mercado de Vegueta, al lado de la chuerrería. Siempre las churrerías- Habían varios vendedores, en la plazoleta de las Ranas -Hurtado de Mendoza- Se ponía un betunero que también los vendía. En el puente de Palo había un bazar-estanco muy conocido El Deportivo que vendía periódicos locales y nacionales, sobre todo deportivos. También vendía entradas de fútbol y boletos de quinielas de las carreras de galgos.

Junto a la ermita de San Telmo había, y todavía está, un kiosco que vendía periódicos locales y nacionales.

Por los barrios no solían ir los vendedores de periódicos pero todos ellos procedían de los barrios.

La muchachada de los barrios altos, que son los bajos, solía leerlos en las barberías.

En la zona del Puerto -concretamente en el Catalina Park- Había y está todavía, el popular kiosko La Prensa. Allí se vendían periódicos locales nacionales y extranjeros y se siguen vendiendo. Pero el que mayor cantidad de periódicos vendía era Lelé Peña hermano del que fue jugador de la UD Las Palmas en el primer ascenso a primera división. Peña tenía a la entrada del Parque al lado de la parada de guaguas, una gran mesa portátil con cientos de periódicos de La Provincia y Diario de Las Palmas. Tenía una cuadrilla de jóvenes vendedores que los vendían por la zona y cuando se les terminaban volvían al "Puesto base" a por más. Muchos automovilistas paraban junto al puesto y recibían el periódico sin bajarse. Lelé amablemente lo entregaba. Era muy popular.

En la puerta principal del mercado del Puerto, tenía el Troya montada su base. Una gran mesa plegable y cientos de periódicos. También contaba con la chiquillería que se los distribuía por toda la zona.

Como anécdota diré que por la explanada del muelle, por el popular Bar Brisol había un vendedor que utilizaba un triciclo para su venta y los pregonaba tocando una aguda bocina.

He de significar que de niño estuve en el colegio privado de Doña Pino Pérez Melián en la calle La Arena, cerca de Triana. Era un colegio mixto y cuando salía por las tardes me iba a la churrería La Madrileña y la señora del puesto, que era amiga de mi madre, le dejaba la maleta de cartón con los libros y cogía quince o veinte Diario de Las Palmas, me ponía la gorrilla, me echaba la camisa por fuera y me lanzaba Triana adelante, imitando a los de las películas americanas a grito de: "¡Últimas noticias!" ¡Diario de Las Palmas!, Me sentía más fachento que hoy, el "guanche" del padre Báez "El de las Cabras", en la tele.

Los sábados la señora me daba unas monedas para ir al Pabellón recreativo, comprarme un cucurucho de garbanzos tostados y un helado. Fui un vendedor ocasional.

Tenga en cuenta de que les estoy contando de cuando se cargaron el túnel de la Laja, el Puente de Piedra, el Puente Palo, el edificio de la pescadería del Mercado de Vegueta - La Plaza y el Muelle de Las Palmas, en San Telmo.

De cuando las mujeres no se sacaban el carnet de conducir sino el de corte y confección. De cuando La Provincia y el Diario de Las Palmas, se confeccionaban en los viejos talleres de la calle Colón en Vegueta. Y los linotipistas y cajistas eran verdaderos artistas.

De cuando en el país sólo había una TV y era en blanco y negro. De cuando nuestro paisano palmero, Guillermo Sautor Casaseca tenía media España pendiente de sus famosas novelas radiofónicas. De cuando una joven escritora canaria Carmen Laforet, tía de mi buen amigo y cronista oficial de la ciudad Juan José Laforet, ganaba el precio nacional de literatura Nadal, con su novela Nada.

De cuando veinte duros era dinero y cuarenta un dineral. De cuando el mar llegaba a la puerta de la pescadería de detrás del mercado del Puerto e incluso había un pequeño embarcadero y de allí en bote iban y venían los cambulloneros a hacer sus trapicheos a los barcos fondeados en la bahía. De cuando por la calle Triana pasaba todas las mañanas un cabrero, con media docena de cabras vendiendo la leche recién ordeñada como si tal cosa.

Hoy en día nada es lo mismo. El periódico lo puedes adquirir en cualquier sitio, hay cientos de puntos fijos de venta, en farmacias y ferreterías todavía no.

El popular y simpático vendedor de periódicos callejeros han desaparecido pero su entrañable figura, algunos con su gorrilla o boina, la camisa pro fuera con alpargatas, corriendo a la "pata pelá" con su fleje de periódicos debajo del brazo o en su bolso de tela colgado al hombro en bandolera y en su mano derecha alzada al aire del momento un periódico al grito de: "¡Últimas noticias!" ¡Diario de Las Palmas! ¡La Provincia! ¡Últimas noticias!

Han formado parte del paisaje en nuestra ciudad y su memoria siempre estará presente.

Me pongo a recordarlo y me parece que fue hace poco pero no, fue hace mucho, mucho tiempo.

¡Cómo pasa el tiempo!

¡Qué tiempos, aquellos tiempos!

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