Aveces o muchas veces todo se confabula para lo peor. No sólo ocurre que Conde finalmente consigue los 300.000 euros para salir de la cárcel y empezar a grabar programas de televisión para explicar su visión del mundo, sino que Pedro Sánchez, tal Superman, se mete con el fútbol y muestra su desacuerdo con De Gea en la selección de la Supercopa por estar investigado en un caso de red porno de menores, y además Rivera se carga la capa de cebolla que lleva de nombre Soraya y la declara incompetente para provocar cualquier acercamiento entre el PP y C´s. Y antes del fulgor que nunca se apaga de Conde hacia la libertad ocurre que llega a las redacciones una grabación de un mitin del chiflado de Monedero, donde el vocero más estridente del Podemos clama por un Ejecutivo que dé órdenes a jueces y guardias civiles. Sucede antes de que un tal Fredy Guevara, nacido en Santa Cruz de Tenerife y presidente de la Comisión de Contraloría, un órgano venezolano dedicado al control del peculio público (algo queda aún), cite al mismo Monedero, Iglesias, Errejón y Verstrynge para que expliquen en qué se gastaron los siete millones que recibió el Centro de Estudios y Política Locales en 2011, antecedente del partido que está a punto de mandar al PSOE al tercer puesto el 26-D. O sea, la desdicha de Venezuela no se va sino que cabalga más cerca. Nunca se sabe: el líder de los morados ha corrido la especie de que en los momentos en que se aturulla reclama consejo del bueno de Zapatero. Esta relación contranatura ha sacado lo peor de Susana Díaz, que ha reclamado del bueno del ex presidente una prueba de lealtad, y la mejor ha sido la de que moviese sus contactos venezolanos para darle por el intestino a los de Podemos. ¡Qué expliquen de dónde les viene el fuelle revolucionario! Después esta Jordi Sevilla, que se pasa con su reflexión sobre la necesidad de que se deje gobernar al que tenga más apoyos parlamentarios. ¡Bocazas! Nada menos que dos días para borrar la sombra de que no se trataba de abstenerse para permitir la investidura de Rajoy. Pero con la digestión superada de la sevillada va la sanchada: meterse con De Gea horas antes del partido contra Turquía. El jefe de campaña ya no entiende ni chino. Días de retortijones.