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El callejón del gato

Idiotas

Pericles en su tiempo daba un respingo cada vez que un idiota se le acercaba por los alrededores. Stricto sensu, podríamos definirla de la siguiente manera: la palabra idiota es de origen griego, "idi?t?s", que significa "privado, uno mismo". Este término se empleó en la Antigua Grecia para indicar a una persona que no se preocupaba por los asuntos políticos, para pasar a Roma en la que en latín la palabra idiota significa una "persona sin educación o ignorante".

La ciudadanía tilda sin paliativos de idiotas a los políticos actuales por no preocuparse ni ocuparse de los asuntos que de forma imperiosa deberían resolver sus problemas y no lo hacen.

Por otro lado, ya de forma más explícita, la palabra en cuestión hace mención a la palabra idiota como adjetivo en sentido peyorativo o despectivo ya que hace referencia a una persona con escasa inteligencia, que no comprende lo que se explica o sucede a su alrededor, aunque sea evidente lo que ocurre en torno a él; asimismo, una persona considerada idiota sufre rechazo por parte de la sociedad, ya que se toma como un tonto, imbécil, ignorante y, por ende, sin educación. Muchos de los que se dedican a la cosa pública quedan retratados, es más, están enclavados en este último apartado con el consiguiente perjuicio para la ciudadanía.

Dicho esto, no sería justo si se metiese a todos en el mismo saco. Existen muchos políticos que se dedican a la cosa pública casi por altruismo y estos son, precisamente, los que de forma anónima trabajan día a día en la sombra para que todo funcione. Es público y notorio decir que parte de la sociedad civil piensa que el país, en el caso de España, todo funciona haya o no gobierno sacando la errónea conclusión de que sin gobierno la maquinaria sigue adelante, pero, qué ocurre ahora cuando, por poner un ejemplo, en Cataluña sin presupuestos empiecen a dejar de funcionar servicios básicos del estado de bienestar.

En los últimos días hemos asistido a una serie de contradicciones en las que han caído los señores de Podemos ya que, en muy pocos años, han pasado de un ideario político basado en el comunismo más recalcitrante a la socialdemocracia y todo esto sin anestesia, por lo que no nos queda otra que preguntarnos ¿no será que los verdaderamente idiotas somos el resto de los mortales?

La peor soledad que hay es darse cuenta de que la gente es idiota, porque manden unos o manden otros los tontos siempre somos nosotros.

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