Un joven y excelente organista barcelonés, Aarón Ribas (24 años) cerró la temporada organística del Auditorio con el mejor concierto de toda ella. Su programa sumó piezas barrocas, románticas y contemporáneas sin concesión a las transcripciones. Con técnica sobresaliente en la digitación y los registros, mostró cultura, virtuosismo y buen gusto en el dominio del estilo de cada época. Tres piezas de Buxtehude -tan admirado por Bach en su juventud- dieron inmejorable lectura al órgano alemán el Seiscientos: alegría contrapuntística en el sorprendente tema entrecortado del Preludio en do, sensible registración aflautada de la Fuga en do y delicada cantabilidad del tema central del Preludio en fa sostenido menor.
De un músico anterior, Schneidemann, la Canzona en sol que aún conserva ecos renacentistas en su tema juguetón. Y de Bach, cumbre del Barroco, el dinamismo de la extraordinaria Fuga en sol (BWV577) "alla gigue" movida sobre un tema de puntillo, que sería repetida como bis.
El gran órgano sinfónico francés de finales del XIX y comienzos del XX, tuvo presencia con la monumental Sexta Sinfonía Op.42 de Widor, tres movimientos impregnados de la estética tardorromántica. Espectacular en los poderosos tutti, exacta en la sincronía de los tres teclados y el pedalero, generosa en las resoluciones manuales de los dos tiempos vivos y muy bella en la inspiración religiosa del adagio. Finalmente, el tiempo actual cobró presencia en el estreno absoluto de la Toccata ibérica de Migó (23 años), original en sus temas contrastados y en la coloración de los registros, solemne a veces y otras humorístca en el feedback del atonalismo a la gran tradición.
Con mayor o menor afluencia de público -como ocurre en toda Europa- estos ciclos organísticos merecen la continuidad. Ya forman parte inseparable de la oferta musical de Gran Canaria y gracias a ellos ha sonado aquí el testimonio de muy grandes intérpretes.
