Tengo idea de haber visto a un niño en el coche. Debía tener 6 o 7 años. Su madre aparcó y subió a mi casa. La estaba esperando. Era una mujer delgada, rubia y estaba asustada. Le había prometido entregarle una cinta que contenía la entrevista que le había hecho a su marido de manera que abrí la puerta y brevemente me explicó la importancia de aquella grabación. "Es suya", le dije. La metí en un sobre y ella lo guardó al tiempo que justificaba su petición: "Cuando él me dijo que había hablado con una periodista me volví loca porque si lo que está grabado se publica, nos arruina la vida". Tomamos café y le pregunté por qué su marido se había atrevido a conceder una entrevista cuyo contenido le llevaría ante un juez. Y me lo contó. "Mire, desde que ocurrió aquello se desquició; se siente culpable de la muerte de tanta gente y quería contar que fue él quien colocó la bomba en el aeropuerto de Las Palmas en marzo de 1972". Hace 30 años. La explosión de esa bomba obligó a desviar aviones desde Gran Canaria a Los Rodeos provocando el choque de dos Boeing 747 en el que murieron 583 pasajeros. Era taxista y pertenecía al Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC).

Pasados los años un día me localizó y me pidió que lo entrevistara. Quería gritar que su intención era dar un susto y no causar la tragedia que provocó. Lo consulté con mis jefes y decidimos grabar la conversación. Era un tema muy delicado. Nos citamos en un piso de la Feria y allí, frente el grabador, contó quien le dio la bomba, dónde la fabricaron, quiénes le escondieron y en qué casa. Cuando la entrevista estaba media escrita, a punto de publicarse, su mujer se adelantó y no se publicó. No supe más de ellos.

Un verano en Ingenio un hombre de unos 45 años se acercó. "Usted no me conoce, yo a usted sí". Era el hijo del taxista, el niño que creí haber visto en el coche. Me dio la dirección de casa como prueba de que sabía con quien hablaba. Conversamos un po-quito. "Que sepa que de haberse publicado mi padre habría ido a la cárcel. Murió hace seis años pero nunca superó el dolor que causó; pero era un hombre bueno, créame".

Qué miedo dan los salvadores.