Pese a los desplazamientos de votos y escaños, la correlación de fuerzas en el Congreso de los Diputados sigue siendo la que era y los problemas para pactar una mayoría son similares. El PP ha vuelto a ganar, añadiendo 14 escaños a los que tenía, pero el posible pacto de centroderecha con el decreciente Ciudadanos sigue sin sumar. Para lograrlo sería preciso convencer a dos minorías de centro -una de ellas nacionalista- y aún así faltaría otro escaño para la absoluta. Si Rivera mantiene su veto al reforzado Rajoy, el cálculo se desploma. En cuanto a la izquierda, las sumas de diciembre, que ya hacían indispensable la agregación de los partidos separatistas, ven ahora esa amalgama como condición sine qua non. Pedro Sánchez definió hasta ayer mismo como línea roja el rechazo socialista a quienes exigen la desconexión de Cataluña, o el mismo referéndum.
Las encuestas han hecho el ridículo con el unánime sorpasso de Unidos Podemos al PSOE, que sigue siendo la segunda fuerza del Estado y la primera de la izquierda. Sólo él puede apoyar por activa o por pasiva el proceso hacia la mayoría de gobierno, sea de izquierda, sea de derecha. Su peso estratégico se mantiene tal cual, pero hay otra posibilidad: la abstención de Ciudadanos sería la llave de un gobierno de mayoría relativa sin necesidad de pactos con los partidos de la secesión. Esto también confiere a Rivera un poder arbitral para que Sánchez sea presidente. Ambos se entienden bien y pactaron -sin éxito- la formación de gobierno tras el 20D. Con la abstención, el líder de Ciudadanos se libraría de un pacto con la izquierda radical.
Lo más importante es que una de las sumas posibles saque al país de la inestabilidad y la inacción de los últimos seis meses, sin tomarse otros seis para las negociaciones. Todos han repudiado la perspectiva de una tercera consulta electoral, comprometiendo su palabra en evitarla. El hecho de que el PP haya ganado 14 escaños más no modifica su condición de mayoría minoritaria ni consagra los derechos del mayor número de votos sobre el mayor número de escaños. En esta evidencia, cualquiera de las opciones, de izquierda o derecha, puede acceder a La Moncloa. Pablo Iglesias ya frustró una vez el gobierno de izquierda y las urnas le han dejado donde estaba pese a la alianza con Izquierda Unida. Tendrá que dar cuentas a las confluencias, que esperaban algo muy distinto para preservar el bloque monolítico que las priva de voz propia en el Congreso.
Todos deberán ceder para que uno sea investido por la Cámara. Y las cesiones han de ser inclusivas si es verdad que no quieren tripitir las urnas.
