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El endiablado escenario político

Si se aceptan las valoraciones que hicieron anoche del resultado electoral los líderes políticos, y prácticamente todos los analistas, hay que concluir que las elecciones las ganó con mayoría suficiente el Partido Popular. También estuvieron de acuerdo en que el PSOE bajó pero resistió y que los dos grandes derrotados fueron Unidos Podemos y Ciudadanos. Hay que reconocer que esta lectura es razonable. Los resultados la confirman.

El PP tuvo un evidente éxito en su campaña llamando a concentrar el voto de los moderados y en alentar y hasta exagerar el peligro de Podemos. Lo que provocó que le restara a Ciudadanos 8 diputados y, por efecto del sistema electoral, el Partido Popular ganara 14. El PSOE perdió 5, pero ganó con amplitud a Podemos, que era su objetivo principal. Y Unidos Podemos se fijó una expectativa tan alta que al final su resultado sabe claramente a derrota.

Hasta aquí el resultado electoral, pero a partir de él empieza lo verdaderamente difícil: formar gobierno. Y más difícil aún, un gobierno que pueda gobernar. Y eso va a ser tan complicado como lo fue después del 20 de diciembre. Es cierto que el escenario ha sufrido ligeros cambios, pero desde el punto de vista del equilibrio de las fuerzas políticas sigue prácticamente igual: bloqueado.

Hoy mismo, el Partido Popular propondrá reuniones al Partido Socialista y a Ciudadanos para intentar negociar la gran coalición. La primera dificultad será Rivera. Porque insistió en toda la campaña que en ningún caso apoyaría a Rajoy como presidente. Pero hay que reconocer que Rajoy sale reforzado con su resultado y de ninguna manera aceptara no presidir el gobierno. Pero quien sigue teniendo la clave final es Pedro Sánchez. La gran coalición dependerá de lo que él decida. Y si no me equivoco, los socialistas van a volver a repetir su NO. Sánchez se justificará diciendo que no está dispuesto a traicionar a sus votantes y que "no es no" aunque se enfade el Partido Popular. Conviene no olvidar a su vez, que el resultado de Sánchez en realidad le refuerza porque se lo esperaba peor. Por eso, sus opositores en el Partido Socialista no van a poder exigir su sustitución, que era a su vez la gran esperanza de Rajoy.

Por su parte, Rajoy, con el resultado obtenido, no podrá esta vez rehusar el encargo del rey, que según el calendario previsto lo hará a final de julio. ¿Esta vez como va a decir no si se ha autoproclamado como el gran vencedor de las elecciones? Pero, paradojas de la política, en los últimos días de julio puede resultar que el triunfador ha sido en realidad el gran perdedor y que salga derrotado de la investidura. Intentará atraer al PNV y a otros, pero ahora mismo esa propuesta no parece posible.

Este es el escenario en el que sueña Sánchez. Encontrarse, a mitad de agosto, con su segunda oportunidad de investidura. Para ello necesitará también una gran coalición, con Ciudadanos y Podemos. La misma que intentó hace unos meses y le fracasó. De ahí el mensaje claro y directo que anoche le mandó a Pablo Iglesias. Sánchez dijo: "Iglesias tuvo la oportunidad de apoyar un gobierno de cambio y no lo hizo. Espero que reflexione sobre los resultados de esa actitud". Con lo que, evidentemente, está diciendo que la reflexión le lleve esta vez a apoyar un gobierno de cambio. Que sería posible con la participación o la abstención de Ciudadanos.

Es verdad que la gran coalición que propone Sánchez va a ser igual de difícil que la que propone Rajoy. Ni más, ni menos. ¿Qué coalición acabará por triunfar? Quizá ninguna de las dos y acaben, a la desesperada, con un gobierno en minoría que nos llevaría a las terceras elecciones en un período de tiempo más corto que largo.

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