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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

Do you speak English?

Querido amigo, toda Europa ha aprendido a hablar inglés, pero ahora resulta que los ingleses no se entienden con los europeos. Los británicos, amantes de sus tradiciones y costumbres, han preferido apostar por el té de las cinco y se cierran en canal dejando a los emigrantes de medio mundo amontonándose a las puertas de Europa.

Y es que la Unión Europea anda más por el alemán, por el "suban, estrujen, bajen" que vamos a tener que soportar por obra y gracia del FMI, el BCE y la señora Merkel.

¿Qué hemos hecho para merecer esto? Lo malo ahora es el efecto dominó, porque otros países también querrán irse al rebufo de los británicos.

Los ingleses, aparte de seguir conduciendo por la izquierda y ser fieles devotos de todo lo suyo, no les gusta estar bajo presión de las necesidades del continente. Esa presión que estamos soportando todos, aunque unos más que otros, porque no es lo mismo ser europeo de Portugal, España o Grecia que europeo de Alemania, un país que, en los tiempos de la orgía económica, prestó millones a gobiernos sumisos a sabiendas de que no los podrían devolver tan pronto cerraran el grifo a unos acuerdos bilaterales de dudosa conveniencia.

Pero llegó la crisis y se acabó la fiesta y ahora, que cada uno cobre o pague como pueda. Todos queremos cumplir, pero que nadie venga con prisas ni presiones. Al final tendremos que decir: "Cuidado con Grecia, que igual tenía razón..."

Todo el mundo sabe que el proyecto europeo ha muerto tras el brexit. Posiblemente los británicos negociarán por el ser y no ser, el estar y no estar en la UE según sus conveniencias, pero su decisión ha puesto en jaque la supremacía de algunos países en el continente y todos irán a bajarle los humos a los prestamistas europeos, que tendrán que ralentizar la deuda con el sur si no quiere poner en peligro su dinero y el futuro de la Unión.

Pero ya nada será igual. La idea de una Europa unida surgió de la necesidad ante el desastre de la Segunda Guerra, pero ahora nadie se fía y prefiere cuidar su finca negociando directamente aquello que le conviene. Bien está que tengamos una moneda única, pero no tanto que sea otro quien la administre.

El mito de El Rapto de Europa habla de cómo Zeus, dios de los dioses en el mundo griego, se enamoró de una mujer llamada Europa y se la llevó al huerto. Ahora, el Zeus que ha vuelto trae consigo a todos los griegos, amigos, vecinos y demás familia, con la idea de raptar todo lo bueno de Europa, pero ella ya no se deja, y si otrora fue generosa, ahora le ha puesto rejas al mar y al campo, y hacina a los invasores hasta que mueren agotados y exhaustos.

Se han confundido los tiempos, Gregorio. Los europeos y los aspirantes a serlo no son iguales, lo serán seguramente algún día pero, mientras tanto, aceptemos y respetemos la diferencia.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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