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El toque de la Eurocopa

España muere de aburrimiento

La sorpresa en el fútbol es un elemento capital. España ha fenecido esta tarde en París víctima de sí misma, de su propio agotamiento. El equipo que asombró al mundo en los dos primeros encuentros (vale, no eran grandes rivales ni Chequia ni Turquía), se quedó sin energía en el tercer encuentro contra Croacia y ya no volvió a recuperarla. Del Bosque repitió la alineación en los cuatro partidos y al equipo le cayó encima un agotamiento insoportable. Se convirtió en un rival previsible. La medida que le había tomado Croacia se la agrandó en la primera parte Italia: presión a la salida de balón de De Gea y velocidad a las contras. El pelotazo de De Gea fue una constante en el torneo, una traición al estilo de España. El mundo al revés:Italia sacando el balón jugado, arriesgando en la salida, y La Roja abusando de ese balonazo que debía buscar Morata, siempre inferior al trío de centrales azzurri.

Es un fin de ciclo para España. Se va Del Bosque, según ha anunciado, después de dos títulos (el Mundial de Sudáfrica y la Eurocopa de Polonia y Ucrania) y dos fracasos (el Mundial de Brasil y esta Eurocopa de Francia). Es ley de vida. Hay que agradecerle al técnico salmantino su elegancia y su dedicación. Hace falta sangre fresca también en el banquillo, sin renunciar al estilo, siempre perfeccionándolo, que es lo que ha faltado en esta Eurocopa.

"Nos hemos equivocado en el primer tiempo", reconoció Iniesta, dado que España mejoró en el segundo periodo, precisamente con las entradas de Aduriz y Lucas Vázquez. Variantes. Pero el fútbol es muchas veces desagradecido: lo sufrió esta vez Aduriz, lesionado tras un costalazo de Parolo dentro del área sin que el árbitro siquiera señalara el penalti. La despedida de Aduriz (y su ilusión de un niño por haber debutado en un gran torneo internacional a los 35 años) acabó por sentenciar a España.

Italia tuvo cinco minutos malos y Conte puso a calentar a Motta. El aviso surtió efecto: la Azzurra volvió a asumir el mando. Estaba mandando Italia al descanso y sus jugadores se fueron discutiendo, señal que estaban metidos en el partido. Esa pasión le faltó a España. Sólo al final, a falta de tres minutos, protestaron airadamente una agresión de Motta a Lucas Vázquez. Demasiado tarde. Se había jugado el partido agónico que quería Italia. A la técnica española le faltó capacidad de sorpresa. España murió de aburrimiento.

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