La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entre líneas

Un obstruccionismo muy poco democrático

Hasta el momento en que esto se escribe, no parece que se haya dedicado alguna atención informativa al acoso de la noche electoral contra la nocturna y masiva concentración de entusiastas adeptos ante la sede del Partido Popular en la madrileña calle Génova para celebrar el resultado de las elecciones. La agresividad de los acosadores, sus gritos y pancartas indicaban su identidad política claramente perdedora en las urnas. La protesta, como otras reacciones, no revela un gran espíritu democrático por considerar anómalo que los resultados de las urnas no les hayan sido favorables. Lo que se dice no saber perder. A esta falta de una aceptación democrática, tan recomendable en las alternancias políticas, se une en nuestro caso la notoria soberbia de las formaciones emergentes, de Rivera e Iglesias sobre todo, a las que los encuestadores habían pronosticado unos éxitos que no tuvieron confirmación. Fenómeno manifestado también desde el principio en la persona de Pedro Sánchez con su pueril obsesión contra Rajoy que tanto ha perjudicado a su propio partido a mi modo de ver. Eso sin entrar a considerar la amenazante hosquedad que ha rozado lo pintoresco en algunos casos como el del joven perdonavidas Gabriel Rufián, de Esquerra Republicana de Cataluña y otros por el estilo. Actitudes crispadas que no se compadecen con el respetuoso ejercicio de las libertades en un estado de derecho y requieren la aceptación por todos de unas reglas de juego en términos de representación popular. No deja de tener gracia la consideración de la altanería "podemita", que llevaba meses adjudicándose ministerios y repartiendo competencias, uno de cuyos chascos más notorios ha sido el del rechazo del pobre Jemad como candidato por Almería. Pero da la impresión de que los partidos olvidan con frecuencia que son simplemente representantes de un sector de opinión que les otorga un mandato político. Estrategias no siempre de conformidad con los representados o en conflicto con las realidades sociológicas del momento. Leo una de las reacciones de una joven militante de Podemos (por cierto, ¿es indicativo de poder o imperativo de podar?) que señala uno de los posibles chivos expiatorios a los que acusar: "Nos jodemos (sic) por culpa de los pensionistas que les sobra dinero". Juicio por lo demás aventurado puesto que las pensiones están casi congeladas y existen dudas sobre su futuro. Solo faltaba un enfrentamiento entre generaciones y, encima de que hay menos niños, los jubilatas fuéramos declarados a extinguir antes de tiempo. Ocurre también que los resultados electorales, además de dar entrada con grandes expectativas a los supuestamente antisistema (y a la vez conservadoramente progres, digo yo, disfrazados de socialdemócratas) han contribuido a poner en su sitio a otra de las formaciones emergentes como Ciudadanos. Un partido de algún modo redundante en su presunto matiz conservador, pero sin duda ecléctico por sus concesiones a la izquierda. Su líder, como vemos, no parece dispuesto a ningún tipo de apoyo a los populares. A la hora de escribir este comentario, estas novísimas formaciones no parece que se muestren favorables a colaborar democráticamente en la normalización de la situación política, renunciando a un obstruccionismo fuera de lugar que permita, en definitiva, el juego limpio de aceptar la voluntad popular. Algo se nos ocurrirá.

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